- Según informaciones del gobierno de Estados Unidos se trata de uno de los mayores éxodos de cubanos de todos los tiempos por mar, tierra y avión.
- El éxodo está impulsado por la peor crisis económica de Cuba en décadas, producto del endurecimiento de las sanciones estadounidenses y el impacto del COVID-19.
Miami, EEUU — Un cubano emprendió una travesía por ocho países durante más de un mes. Otro pagó una pequeña fortuna para escapar en una lancha rápida. Un tercero decidió arriesgarse en un peligroso viaje a bordo de una balsa rudimentaria que él mismo fabricó.
Los cubanos están abandonando su país en uno de los mayores éxodos de las últimas cuatro décadas, arriesgando sus vidas en un peligroso viaje a Estados Unidos por aire, tierra y mar para escapar de problemas políticos y económicos.
La gran mayoría vuela hasta Nicaragua como turista y desde allí emprende un lento camino hacia la frontera estadounidense, generalmente a Texas o Arizona. Una pequeña minoría apuesta para llegar por mar. Tres hombres que sobrevivieron la odisea hablaron sobre ella con The Associated Press.
Otros miles comparten ese mismo objetivo. Entre enero y julio, las autoridades estadounidenses tuvieron 155.000 encuentros con cubanos que ingresaron por la frontera con México, más de seis veces más que en el mismo período de 2021. Además, entre octubre y agosto, la Guardia Costera interceptó a más de 4.600 cubanos, casi seis veces más que en todo 2020.
La gran mayoría son liberados con notificaciones para que comparezcan ante una corte de inmigración o se presenten ante las autoridades de inmigración.
Se trata de la mayor huida de cubanos desde la llamada crisis del Mariel en 1980, cuando casi 125.0000 balseros llegaron a Estados Unidos en un período de seis meses, informa la Voz de América.
El éxodo está impulsado por la peor crisis económica de Cuba en décadas, producto del endurecimiento de las sanciones estadounidenses y el impacto del COVID-19.
Las protestas masivas de julio de 2021 provocaron cerca de 1.400 arrestos y temores de opresión política que alentaron a más cubanos a escapar. Otro de los disparadores tuvo lugar en noviembre, cuando Nicaragua dejó de requerir visas a los cubanos para promover el turismo.
Dos de los tres hombres hablaron con la AP a condición de mantener sus nombres en el anonimato por temor a la seguridad de sus familiares que aún viven en Cuba. Estas son sus historias.
Cruzó ocho países y dos ríos
Rolando José Cisneros Borroto era vendedor ambulante en Camagüey, en el centro de Cuba, pero dijo que estaba cansado de pasar hambre y necesidades. Con la esperanza de encontrar un trabajo que le permitiera mantener a su familia, decidió dejar a su mujer y sus tres hijos.
Borroto, de 42 años, vendió todo, incluidos su casa, los muebles y el televisor, y recaudó unos 13.000 dólares para pagar su travesía hacia Estados Unidos. Su familia quedó viviendo en otra casa.
Después de haber tomado seis vuelos llegó a Nicaragua en junio. Desde allí viajó por tierra hacia Honduras, Guatemala y México.
Protestó, fue enjuiciado y huyó en lancha
Otro cubano de 35 años había participado de las protestas masivas de julio de 2021, cuando miles de personas salieron a las calles reclamando alimentos y hasta un cambio de gobierno. Fue enjuiciado bajo acusaciones de desorden público y desacato y liberado después de 30 días preso. Huyó en febrero, un mes antes de ser condenado a cinco años de cárcel.
Como su juicio no había terminado viajar en avión estaba descartado: lo detendrían en el aeropuerto al ver su pasaporte. Una travesía en balsa era muy peligrosa.
“El bote (rápido) era la única vía de escape, no tenía otra forma”, dijo el hombre en una entrevista en la oficina en Miami de su abogado, Wilfredo Allen. Salió de la isla casi a escondidas, sin decirle nada a su hija de cinco años. Sólo su esposa, su madre y un hermano sabían que se iba.
Un viaje desesperado en una balsa rudimentaria
Los cubanos que no pueden pagar entre 10.000 y 15.000 dólares para costear un viaje en avión a Nicaragua y seguirlo por tierra, ni para pagar una lancha rápida, fabrican a veces sus propias balsas con caños y madera.
Entre ellos está un hombre de 37 años que trabajaba temporalmente en la construcción y pesca. No podía pagar a un contrabandista y construyó una balsa con tubos de aluminio de tres metros de largo. En mayo de 2021 navegó durante 22 horas con tres amigos hasta llegar a los cayos de Florida.
“Lo primero que uno piensa es en salir, en que o nos morimos todos poco a poco de hambre, o hacemos el intento”, dijo el hombre que demoró unos seis meses en fabricar a escondidas el bote. “Sabía que podía morir en el agua, pero necesitaba arriesgarme”.
Ahora está en proceso de asilo, con la esperanza de poder traer a su mujer y sus tres hijas adolescentes.
*Los periodistas de The Associated Press Elliot Spagat, desde San Diego, y Andrea Rodríguez, desde La Habana, contribuyeron con esta información.