Es cierto que los periodistas tenemos fuentes cercanas que en ocasiones nos cuentan cosas de manera privada o en condición de anonimato. Pero, incluso a la hora de reportar esos detalles es necesario dejarle saber a los lectores, televidentes y oyentes las condiciones de confidencialidad bajo las cuales se obtuvo la información.
Por Fernando Almánzar / RoseMaryNews
Si algo ha puesto en evidencia el reciente y trágico asesinato en Santo Domingo del ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera, es la falta de credibilidad y criterio periodístico de algunos medios y comunicadores de República Dominicana.
Casi la mayoría, con el interés de ser los «primeros» con la noticia, pecaron en divulgar informaciones sin verificar basándose exclusivamente en rumores o comentarios que escucharon o leyeron en redes sociales.
Del mismo modo, una vez confirmada la partida a destiempo de Jorge Mera, muchos de estos «comunicadores» inundaron la internet (y sobre todo los chats de WhatsApp) con videos y escritos especulativos teorizando -sin compartir evidencias- de cuál pudo haber sido la razón de por la que Fausto Miguel de Jesús Cruz de la Mota le disparó a su amigo de infancia.
El problema radica en que muchas personas sin preparación periodística, hoy tienen acceso a divulgar informaciones con gran facilidad. En minutos, cualquiera puede crear una página de internet, escribir «artículos», publicar videos en YouTube o grabar audios para un podcast. Tristemente, esto es un fenómeno muy común en la prensa quisqueyana que quizás debería ser indagado por gremios como el Colegio Dominicano de Periodistas, cuyo lema es «libertad con ética y solidaridad».
Son demasiados los que en República Dominicana se presentan como «periodistas» o «comunicadores», y que comparten ideas a través de internet y las redes sociales sin divulgar pruebas ni citar fuentes. Lo peor: algunos tienen miles de seguidores que creen -y comparten- lo que dicen incluso sin verificar su veracidad o a sabiendas de que pudieran empañar la imagen de la persona de quien se habla.
A título personal, soy un ferviente creyente de la libertad de prensa y de la libertad de expresión; y estoy rotundamente opuesto a la censura. De forma paralela, respaldo los llamados «medios alternativos» que en ocasiones discuten temas que no son ventilados en la prensa tradicional.
Ahora bien, en mis más de 25 años como periodista en diversos medios en Estados Unidos, si algo he aprendido es que, a la hora de divulgar cualquier información es imperativo hacerlo con credibilidad y de forma veraz.
Es cierto que los periodistas tenemos fuentes cercanas que en ocasiones nos cuentan cosas de manera privada o en condición de anonimato. Pero, incluso a la hora de reportar esos detalles es necesario dejarle saber a los lectores, televidentes y oyentes las condiciones de confidencialidad bajo las cuales se obtuvo la información.
Está claro también que a veces las mismas fuentes oficiales mienten, desinforman y esconden. Por lo que es nuestro trabajo como comunicadores tomarnos el tiempo para investigar y hacer preguntas. Todo lo que se escribe o se dice debe ser sustentado. El estándar que me enseñaron es de siempre obtener al menos dos fuentes confiables que verifiquen el hecho o dato reportado. Los rumores, comentarios o especulaciones no son noticia si no son verificados. Punto.
En el caso de la muerte de Jorge Mera, de 55 años, es necesario respetar los deseos de privacidad que imploró la familia el mismo día de su asesinato y esperar que las autoridades involucradas realicen su trabajo de investigar qué pasó y por qué.Tanto la Policía Nacional como el Ministerio Público han dicho que Cruz de la Mota, de 56 años, supuestamente confesó haberle disparado al hijo del expresidente Salvador Jorge Blanco (1982-1989). Hasta el momento no hemos escuchado declaraciones del acusado. Incluso, ni siquiera Manuel Sierra, uno de los abogados que representa a Cruz de la Mota, según la prensa dominicana, este todavía no ha tenido la oportunidad de reunirse con su cliente.
Por eso, publicar especulaciones de por qué lo hizo sin datos o testimonios precisos es un acto irresponsable que, en vez de ayudar o de informar, complica aún más una situación ya bastante complicada.
Me dolió mucho, por ejemplo, un escrito publicado el 7 de junio en un portal llamado «El Pregonero: la verdad a viva voz», titulado «Para entender el asesinato de Orlando Jorge Mera», escrito por Kelvin Ortiz Faña, quien expone una serie de acusaciones sin sustento y sin atribuir ni a una sola fuente.
No conozco a Ortiz Faña, pero tras leer lo que escribió sobre la muerte de Jorge Mera, está muy claro de que periodista no es. Para ser honesto, jamás había escuchado de «El Pregonero», y el texto en cuestión me lo enviaron desde Santo Domingo, por lo que sospecho antes de que llegara a mi teléfono ya había sido compartido por cientos de usuarios.
En su reseña, Ortiz Faña afirma que quiere escribir sobre los detalles que supuestamente le ofrecieron, lo que él entiende es la versión más creíble de los hechos. Sugiere que una fuente -sin identificar- narró con «claridad y honestidad» lo que pasó.
Y es aquí en donde empiezan los problemas… Respeto la voluntad de Ortiz Faña de querer proteger la identidad de su «fuente». No obstante, es su deber como comunicador de al menos establecer quién es esa persona: ¿Es su fuente un vecino de Jorge Mera?; ¿Un amigo en común de la víctima y el presunto asesino?; ¿Un funcionario del gobierno?; ¿Alguien involucrado en la investigación? El no conocer el vínculo existente entre la fuente y los involucrados en el caso, automáticamente le resta credibilidad a lo que dice.
Ortiz Faña continúa diciendo que Jorge Mera, a pesar de ser un hombre que iba a la iglesia, también era «apostador»; y que Cruz de la Mota por ser «un gran comerciante», supuestamente lo respaldaba económicamente y alega que aportó a la campaña presidencial de 2020.
Entonces, pregunto, si Jorge Mera era «apostador», ¿en qué casino jugaba? o en ¿En qué apostaba su dinero?; ¿Apostaba a los caballos en el hipódromo?; ¿Jugaba bingo después de ir a misa los domingos?; ¿Era Jorge Mera miembro de un club privado de apuestas? Si fuesen ciertas, evidenciar cualquiera de estas alegaciones sería extremadamente fácil. En todos los casinos hay cámaras y su presunta pasión por el juego se hubiese sabido mucho antes de su muerte.
Sin presentar evidencias, Ortiz Faña enumera múltiples barbaridades adicionales sobre un Jorge Mera que nadie conocía, y especula que éste supuestamente había manifestado que hablaría con el presidente Luis Abinader Corona para que en agosto próximo designara a otro funcionario como ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
La acusación más grave en el escrito de Ortiz Faña es que Cruz de la Mota supuestamente había recogido dinero de por lo menos 50 empresarios, a quienes les había prometido interceder con Jorge Mera para la aprobación de proyectos. La pregunta es: ¿Habló Ortiz Faña con algunas de esas personas que según él le dieron dinero al asesino? De nuevo, sin divulgar nombres, cuando se escribe semejante acusación es necesario establecer pruebas y decir, al menos, que esta alegación fue verificada con algunos de los involucrados.
La muerte de Jorge Mera fue un duro golpe para la sociedad dominicana en todos los sentidos. Pero, no agravemos una situación tan dolorosa con mentiras y especulaciones. Los comunicadores tenemos un solo compromiso y es decir la verdad. Y para llegar ahí es necesario verificar y evidenciar lo que decimos y escribimos. Yo soy Fernando Almánzar y así veo las cosas…
* Breve sobre Fernando Almánzar
Fernando Almánzar es un periodista ganador de tres Premios Emmy a la excelencia en la producción de televisión, y actualmente trabaja en Miami como productor y editor de asignaciones de CNN en Español. Actualmente es el editor-presidente de MiTierraNews.com.