“Muchos quieren ser líderes. Muchos participan en la política. Pero muy pocos llegan a ostentar la condición de líder, y no hablo de un líder nacional con tintes presidenciales. Me refiero básicamente a liderazgos locales afincados en las consciencias de las comunidades”, Manuel Almánzar, ex Cónsul General de la República Dominicana en Miami.
Por el profesor Manuel Almánzar
He estado envuelto en la política desde mi juventud más tierna. Las circunstancias políticas del momento obligaban a participar o ser indiferente, carente de sensibilidad social y poco amante de la patria que sufría la ausencia casi absoluta de libertad. ¿Como ser indiferente ante un pueblo que sufre?
Por suerte, el año 1978 significó una luz al final del túnel. Con la llegada al poder de Don Antonio Guzmán Fernández se abrieron las puertas de las cárceles y retornaron los exiliados; se eliminaron las leyes que impedían el libre flujo de ideas, y de nuestros pasaportes fueron eliminados un listado de países a los cuales nos estaba prohibido visitar, aunque fuera como un simple y curioso turista.
Hemos disfrutado, por tanto, de 44 años de libertad de movimiento y expresión; otros temas nos tocaron ir resolviendo un poquito más despacito.
El ejercicio político se multiplicó, claro está, el peligro pasó, ahora tocaba recoger frutos de un albor que pocos sembraron y muchos aprovecharon, pero bien es parte del proceso democrático, el ejercicio de la libertad y el disfrute de derechos constitucionales anteriormente restringidos.
Muchos quieren ser líderes. Muchos participan en la política. Pero muy pocos llegan a ostentar la condición de líder, y no hablo de un líder nacional con tintes presidenciales. Me refiero básicamente a liderazgos locales afincados en las consciencias de las comunidades.
Sin dudas existen personas con carisma y aura natural, capaces de mover de sus asientos al más indiferente. Pero aun esos virtuosos necesitan pulir sus condiciones naturales, el estudio, la dedicación, la disciplina, el interés en los ciudadanos, la capacidad de expresión, los vínculos, conocimientos y estudios de los problemas sociales, la claridad de pensamiento, y el respeto a los ciudadanos son algunos elementos imprescindibles para lograr el éxito político y catapultar una carrera a la cima del liderazgo local, nacional o hasta internacional.
Quien quiere ser líder tiene que conquistar su propio espacio. Nadie asume espacios creados por otros. Cada momento es distinto y cada líder tiene características propias. Querer ascender desprendiendo los peldaños de las escaleras de otro conduce al fracaso. La lucha por la conquista de los espacios no se da o no puede darse en luchas internas bizantinas, poco éticas y vergonzosas.
Para labrarse un espacio en la política se requiere de muchas páginas para la izquierda, mucha dedicación, disciplina, sentido común y empatía con el público que se quiere conquistar.
Hay que tener presente que lo primero es ganarse el respeto, la admiración y el cariño de la gente. Si no tiene las condiciones o si simplemente quiere brillar, aparentar y pasar por quien no es, le llevará muchas amarguras.
Eso sí que no vale la pena, pues la felicidad está muy por encima de cualquier aspiración fuera de nuestro alcance.