Aunque el finado astrónomo Carl Sagan nos haya descrito como “materia estelar”, somos más que eso. Somos Amor.
Casi no sabemos nada acerca del San Valentín real, excepto que fue un sacerdote romano martirizado por su fe. Por qué un sacerdote célibe debería ser vinculado con el amor y los amantes desde tiempos remotos, es una buena pregunta.
Cualquiera que sea la razón, el nombre de Valentín se ha vuelto en la práctica sinónimo de las expresiones de afecto. Aunque podamos no entender por qué un sacerdote es el patrón de los amantes, es fácil entender por qué tenemos un santo asignado a la virtud del amor.
El amor es un ingrediente esencial de la vida. Los experimentos han demostrado que los niños a los que se les provee adecuado alimento y calor, pero se les niega el contacto y el afecto humano, morirán literalmente. Incluso, plantas y animales responden de manera positiva al amor.
De hecho, se podría afirmar que el amor es la sangre vital de toda la creación. Aunque el finado astrónomo Carl Sagan nos haya descrito como “materia estelar”, somos más que eso. Somos Amor.
Una de las leyes inmutables del universo es que cuanto más amemos, más seremos amados. Si tratamos de acumular nuestro amor, acabaremos con nada. Pues el amor no puede existir en el mismo espacio de la posesividad, la dependencia o el egoísmo.
La esencia misma del amor demanda que lo entreguemos. Porque fuimos creados para amar y ser amados.