Porque le decisión australiana es consecuencia del acuerdo de este país, Gran Bretaña y los EE.UU. de ejercer conjuntamente un control militar mucho más estricto sobre la política militar china en el Pacífico.
Madrid, Valentín Popescu
La decisión austro-anglo-americana de formar una triple alianza para controlar las maniobras chinas en el Pacífico ha dolido infinitamente más en Paris que en Pekín.
Bien mirado, es lógico que sea así. Y es que con la decisión australiana de la semana pasada de rescindir el contrato del 2016 con Francia para la compra de 12 submarinos del tipo “baracuda”– valor contractual 35.000 millones € – la industria militar gala pierde un contrato sustancial que habría asegurado a los astilleros de “Naval Group” (17.000 empleados) trabajo para varios lustros. Los 12 submarinos serán ahora de fabricación estadounidense.
Y al dolor del negocio esfumado se suma la humillación del auténtico motivo la decisión australiana: Francia no puede competir ni de lejos con la protección militar que ofrece una alianza con los EE.UU.
Porque le decisión australiana es consecuencia del acuerdo de este país, Gran Bretaña y los EE.UU. de ejercer conjuntamente un control militar mucho más estricto sobre la política militar china en el Pacífico.
La constante expansión de bases – islas artificiales, mayormente – y puntos de apoyo de la Flota china en aguas internacionales inquieta grandemente a los tres gobiernos de la nueva alianza. Esta relegación de la confianza militar en Francia la ven en Paris como un puntapié en su más preciada memoria histórica: la “grandeur” napoleónica.
La rotura del contrato franco-australiano se ha facilitado en primer lugar porque “Naval Group” se ha visto obligada de retrasar la entrega de los submarinos y a elevar el precio del contrato en cerca de un 60%. Por otro lado, el contrato con Francia preveía que los “baracuda” estuvieran equipados con motores diésel porque Francia no instala motores nucleares más que en sus propios navíos y el otro gran fabricante de motores nucleares marinos – los EE.UU. – solo comparte tecnología con Gran Bretaña.
Pero la triple alianza naval ha cambiado totalmente los parámetros y los submarinos que recibirá ahora Australia de los EE.UU. sí que estarán dotados de motores nucleares, lo que da una autonomía de navegación sumergida muchísimo mayor que la propulsión con motores diésel.
De todas formas, todo esto no deja de ser flecos del porqué de la decisión australiana. El motivo básico es que frente al expansionismo militar chino en el Pacífico, los EE.UU. constituyen un aliado muchísimo más potente y comprometido que Francia. Y es de todos sabido que la política – con sus alianzas y despliegues militares – es esencialmente un juego de poderes.