El acto de barbarie que perpetró uno de sus agentes contra la arquitecta Leslie Rosado, el más reciente de muchos, ha indignado profundamente a toda la nación.
Por Miguel Franjul*
Con crímenes tan alevosos e injustificados como el de la joven arquitecta Leslie Rosado, la sensación de un estado de inseguridad ciudadana ha vuelto a cobrar relieve.
No podemos seguir viviendo en este círculo de miedo en el que los ciudadanos desconfían de la Policía Nacional, a la que irrespetan abiertamente, negándose a menudo a depositar sus querellas o sus denuncias en los cuarteles y hasta en las fiscalías.
Aunque está para proteger la integridad de los ciudadanos y velar por el mantenimiento del orden público, los excesos en que incurren muchos de sus agentes deslegitiman este papel y dan lugar, en consecuencia, al persistente reclamo de la sociedad por una profunda reforma de ese cuerpo. No es que la nuestra sea la peor, porque agentes abusadores y asesinos también existen en otras policías del mundo.
Lo que abre la brecha del distanciamiento entre ella y los ciudadanos es la ausencia de firmes castigos de la propia institución y de la justicia a los miembros que delinquen, lo que crea condiciones de impunidad y tolerancia a sus excesos.
Ahora mismo está bajo estudio esa reforma, pero que nadie piense que el cambio real y necesario se logrará de un día para otro. Cambiar una cultura de décadas toma tiempo, en esa y en otras instituciones.
Pero en el camino si pueden adelantarse algunos reajustes en los procesos de admisión, formación, tecnificación y remuneración, para ir creando las bases de la profesionalización del policía, para que cumpla el rol que le asigna la Constitución y las leyes.
El acto de barbarie que perpetró uno de sus agentes contra la arquitecta Leslie Rosado, el más reciente de muchos, ha indignado profundamente a toda la nación, reflejando un alto grado de desprecio y desconfianza hacia una Policía Nacional que, con sus flaquezas e incompetencias, está para cuidarnos a todos y no permitir que la delincuencia y la criminalidad sigan atemorizando y enlutando a la ciudadanía.
*Miguel Franjul es director del periódico Listín Diario, decano de la prensa nacional.
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