El cambio climático es una realidad global. Alarma la acelerada pérdida de biodiversidad, el auge de las temperaturas extremas, los desastres naturales, el estrés hídrico y el impacto socioeconómico de todos estos fenómenos.
Por Luis Humeau Hidalgo*
El cambio climático se ha convertido en un tema crucial en la Geopolítica mundial. Un factor que expresa mejor que ningún otro la gran paradoja de la sociedad internacional contemporánea, la contradicción entre una globalización que altera las relaciones tradicionales entre los Estados y la emergencia de lo local como espacio de convivencia y acción.
El calentamiento global es el precio a pagar por la revolución industrial pues hemos quemado enormes cantidades de carbón, petróleo y gas natural para impulsarnos hacia un estilo de vida moderno y urbano.
Los tres gases responsables del calentamiento global, causantes del efecto invernadero, dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, se están concentrando cada vez más en la atmósfera terrestre y atrapan el calor creado por la radiación solar que incide sobre la Tierra, impidiendo su vuelta al espacio. Se podría afirmar que la última década lidera la lista de los períodos más cálidos desde que comenzaron a mantenerse registros de temperatura en 1850.
En un sentido muy real, la especie humana aún no es capaz de comprender la enorme magnitud de los cambios que están teniendo lugar sobre la Tierra a medida que la temperatura sigue aumentando.
Frente a la creciente evidencia sobre la fuerte relación causal entre las actividades humanas y los cambios observados en la atmosfera de la Tierra y el sistema climático, la comunidad internacional desde los inicios del siglo pasado ha creado múltiples organizaciones dedicadas a estudiar las causas y los efectos del cambio climático.
Pero es en 1988 que se funda, por el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) que es sin dudas la organización más influyente del mundo en el campo de la investigación de estos temas, así como para comprender su base científica, sus posibles impactos y opciones para la adaptación y mitigación.
A partir de la creación en 1992 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que refleja el consenso de la comunidad internacional para abordar este problema, se inicia la realización sucesiva de importantes Cumbres Climáticas donde se han ido introduciendo nuevos elementos en la arquitectura internacional de las negociaciones para afrontar retos concretos como la financiación de la mitigación y la resiliencia o la transferencia tecnológica.
Entre los hitos más importantes de estas conferencias está el Protocolo de Kioto, firmado en 1988 que en su momento supuso el primer compromiso a nivel global para poner freno a las emisiones responsables del calentamiento global y sentó las bases para futuros acuerdos internacionales, como lo fue el Acuerdo de Paris en 2015 que contiene todos los elementos necesarios para construir una estrategia mundial para el período posterior al 2020.
Con el objetivo de acelerar la acción concertada para el cumplimiento del Acuerdo de Paris, se reunieron en Glasgow, Reino Unido, del 31 de octubre al 12 de noviembre, representantes de 197 gobiernos para celebrar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), bajo el sugerente lema “Uniendo al mundo para hacer frente al Cambio Climático”.
Como se estila, de esta cumbre no han salido las soluciones al cambio climático pero se formularon los imperativos necesarios para la reducción de los gases de efecto invernadero que afectan al planeta.
Aunque lo de importancia real seria que los países que históricamente han contaminado más, asuman su responsabilidad, que hagan sus economías más sustentables y que apoyen financieramente a los países en vía de desarrollo a enfrentar los efectos del calentamiento global.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Gutérres, se refirió a al resultado de la Cumbre como un compromiso que refleja los intereses, contradicciones y el estado de la voluntad política del mundo de hoy. Un paso importante, pero no suficiente e indicó que es tiempo de pasar a un modo de emergencia.
En todo este entorno, quizás lo más trascendente fue una sorpresiva declaración de Estados Unidos y China en la que se comprometieron a cooperar en temas como las emisiones de metano, transición hacia energía limpia y la descarbonización.
La cumbre de Glasgow culmina con un acuerdo que reconoce el fracaso de la acción climática hasta la fecha, destaca la urgencia de actuar en esta década decisiva, reconoce avances importantes, como el compromiso de acción para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados y la meta de continuar reduciendo emisiones hasta que se llegue a cero neto para 2050.
También se hace un llamado para reducir gradualmente el uso del carbón, los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes y a establecer un dialogo para examinar el tema de dinero a cambio del daño que el cambio climático ha causado.
El cambio climático es una realidad global. Alarma la acelerada pérdida de biodiversidad, el auge de las temperaturas extremas, los desastres naturales, el estrés hídrico y el impacto socioeconómico de todos estos fenómenos. Si no cumplimos con los plazos y objetivos previstos, el planeta se verá condenado a transitar por una ruta irreversible con efectos catastróficos para la civilización humana y toda forma de vida sobre la Tierra.
*El autor es un exjefe de la Marina de Guerra (Armada Dominicana). Reside en Santo Domingo.