El Santo Pontífice de la Iglesia Católica retornó el inicio de la Semana Santa, oficiando este Domingo de Ramos, la homilía correspondiente en la Plaza San Pedro y de manera física, aunque con sus dolencias articulares no pudo moverse como de costumbre.
Roma, Italia. – El Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco retornó tras el azote de la COVID-19 en el mundo, a la Plaza San Pedro para iniciar el Domingo de Ramos en las tradiciones de las celebraciones de la Semana Santa donde ofició la Misa de la Pasión del Señor y señaló que “Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos, es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos”, rechazando así la situación en Ucrania.
Además durante la homilía el Papa Francisco se refirió a la situación en Perú, donde dijo «aboga por la búsqueda de una solución pacífica entre las partes en conflicto», entre otros temas abordados durante la Misa.
“Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos. Cristo es crucificado hoy allí”, dijo el Papa respecto a la guerra que sufre Ucrania desde el pasado 24 de febrero.
Como es tradición, el Santo Padre bendijo los ramos de olivo de los presentes, más tarde un diácono cantó el pasaje del Evangelio de San Lucas que relata la entrada de Jesús a Jerusalén y después se llevó a cabo la procesión formada por algunos cardenales.
Durante la Misa se leyeron las lecturas y el Evangelio de la Pasión del Señor fue cantado por tres solistas y un coro.
Al comienzo de su homilía, el Papa Francisco recordó las palabras de quienes crucificaron a Jesús: “¡Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!”.
Ante estas palabras, el Papa señaló que la frase “sálvate a ti mismo” es “el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor”, y aquello que lleva a las personas a “salvarse a sí mismo, cuidarse a sí mismo, pensar en sí mismo y no en los demás, sino solamente en la propia salud, en el propio éxito, en los propios intereses, en el tener, en el poder y en la apariencia”.
El Santo Padre animó a reflexionar sobre esto y aseguró que “la mentalidad del yo se opone a la de Dios”, ya que Jesús “marca la diferencia respecto al sálvate a ti mismo” y lo hace con la frase “Padre, perdónalos”.
El Papa destacó a continuación que Jesús “no reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios, sino que reza por los malvados. Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en perdón”.
También lamentó que “se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas” y aseguró que esto “lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos. Cristo es crucificado hoy allí”.
Por último, el Santo Padre recordó al buen ladrón y la manera en la que Jesús le perdonó y aseguró que “este es el prodigio del perdón de Dios, que transforma la última petición de un condenado a muerte en la primera canonización de la historia”.
“Con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde. Con Dios siempre se puede volver a vivir”, subrayó Francisco.
“Cristo intercede continuamente ante el Padre por nosotros (cf. Hb 7,25) y, mirando nuestro mundo violento y herido, no se cansa nunca de repetir, y nosotros lo hacemos ahora con nuestro corazón en silencio. Repetir con Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, concluyó el Santo Padre.
«Al querido pueblo del Perú»
Tras finalizar la Misa, durante el rezo del Ángelus, el Santo Padre mostró su cercanía “al querido pueblo del Perú, que está atravesando un momento difícil de tensión social”.
“Les acompaño con la oración y ánimo a todas las partes a encontrar lo más pronto posible una solución pacífica para el bien del país, especialmente por los más pobres, en el respeto y derechos de todos y de las instituciones”, dijo el Papa Francisco.