Fuera de Estados Unidos, muchos creen que estas leyes favorecían especialmente a los negros, pero también a otras personas que no sean de raza blanca. La realidad no es así, porque los mayores perjudicados por esta “acción afirmativa” no son los blancos sino los asiáticos, especialmente por lo que se refiere a las cuestiones académicas
Washington, Diana Negre*
En un país sumido en divisiones sociales y con una tensión racial azuzada por los políticos, acaba de desaparecer una de las leyes que más ha influido en el diálogo interracial
La decisión del Tribunal Supremo de acabar con la “acción afirmativa” que da ventajas a los estudiantes negros con respecto a los de otras razas se anunció este pasado jueves y ha provocado las reacciones negativas que cabía esperar en ciertos sectores, así como las alabanzas que corresponden a otros.
Esta acción afirmativa empezó hace seis décadas, en la época del presidente Kennedy, para compensar las desventajas sociales que sufría la población negra y la amplió su sucesor el presidente Johnson.
Al cabo de tanto tiempo, parecía algo totalmente establecido y ni quienes se oponían con mayor ahínco tenían grandes esperanzas de verla desaparecer.
Pero justamente es lo que ocurrió, en buena parte porque el Supremo tiene una mayoría conservadora que se opone desde hace tiempo a este tipo de ley. Dos de sus magistrados son negros, un conservador que votó para abolir estas preferencias y una progresista que las quiso mantener.
Fuera de Estados Unidos, muchos creen que estas leyes favorecían especialmente a los negros, pero también a otras personas que no sean de raza blanca. La realidad no es así, porque los mayores perjudicados por esta “acción afirmativa” no son los blancos sino los asiáticos, especialmente por lo que se refiere a las cuestiones académicas.
Cualquier estudiante ambicioso sabe que el título de ciertas universidades le abre la puerta al éxito profesional, de forma que los más preparados tratan de entrar en centros como Harvard donde la cuestión monetaria tiene poca importancia, porque la universidad prevé becar a estudiantes muy preparados sin recursos financieros.
El problema es que los jóvenes con mejores resultados académicos no tienen garantizado el acceso, pues los tribunales que analizan las peticiones de acceso han ido imponiendo cuotas para limitar la entrada de estos super dotados, cuyas plazas pueden dar a minorías con peores calificaciones académicas, especialmente negras
Al cabo de los años, algunas universidades han conseguido tener porcentajes casi idénticos de estudiantes de diversas etnias, ya sean blancos europeos, hispanoamericanos, negros o asiáticos.
Para los jóvenes que se han esforzado y consiguen excelentes resultados en las pruebas de ingreso, pero se quedan fuera por estas normas de protección a ciertos grupos, la ley de “acción afirmativa” se vive como una injusticia y es lo que presentaron ante el Supremo donde les dieron la razón.
Para darnos una idea de la polarización que vive este país, el propio presidente criticó la sentencia del Supremo y llegó incluso a decir que era el producto de un tribunal “que no es normal”, una posición comprensible porque es de mayoría conservadora y contraria a las ideas progresistas del gobierno actual.
Aunque la sentencia se refería exclusivamente a una situación académica, habrá de repercutir en todo el sistema de contratación del gobierno y posiblemente de otras instituciones, lo que representa un elemento más en las tensiones que tiene ya esta sociedad norteamericana.
Por otra parte, hay algunos negros con grandes dotes académicas que celebran la medida: están cansados de que la gente atribuya su éxito a la compasión administrativa en vez de su capacidad intelectual
Lo que es seguro es que el debate en torno a las desigualdades sociales y la justicia de las instituciones seguirá con la misma intensidad que ahora y tal vez polarice aún más a la sociedad norteamericana.
*Diana Negre, periodista, escritora, editora, veterana excorresponsal en la Casa Blanca de múltiples medios en Europa y América Latina.