SpaceX lanzó el domingo su enorme cohete Starship en su vuelo de prueba más audaz hasta el momento, atrapando al cohete que regresaba a la plataforma con brazos mecánicos. «Este es un día para los libros de historia de la ingeniería», añadió Kate Tice de SpaceX desde la sede de SpaceX en Hawthorne, California.
Texas, EEUU — Con una altura de casi 121 metros, la Starship vacía despegó al amanecer desde el extremo sur de Texas, cerca de la frontera con México. Trazó un arco sobre el Golfo de México, como las cuatro Starships anteriores que terminaron destruidas, ya sea poco después del despegue o al amerizar en el mar. La última, en junio, fue la más exitosa hasta el momento, ya que completó su vuelo sin explotar.
Esta vez, el fundador y director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, aumentó el desafío y el riesgo.
La compañía llevó el cohete de la primera etapa de regreso a la plataforma desde la que había despegado siete minutos antes.
La torre de lanzamiento lucía monstruosos brazos de metal, llamados palillos chinos, que atraparon el cohete de 71 metros que descendía.
«¿Estás bromeando?», observó emocionado Dan Huot, de SpaceX, cerca del lugar de lanzamiento. «Estoy temblando ahora mismo».
«Este es un día para los libros de historia de la ingeniería», añadió Kate Tice de SpaceX desde la sede de SpaceX en Hawthorne, California.
El director de vuelo debía decidir, en tiempo real y con un control manual, si se debía intentar el aterrizaje. SpaceX afirmó que tanto el cohete propulsor como la torre de lanzamiento debían estar en buenas condiciones y ser estables. De lo contrario, terminaría en el golfo como los anteriores. Se consideró que todo estaba listo para la captura.
Una vez libre del cohete, la nave espacial de acero inoxidable de aspecto retro que se encontraba en la parte superior continuó alrededor del mundo, con el objetivo de realizar un amerizaje controlado en el océano Índico. El vuelo de junio se quedó corto al final, ya que se desprendieron algunas piezas. SpaceX actualizó el software y modificó el escudo térmico, mejorando las placas térmicas.
SpaceX lleva nueve años recuperando los propulsores de primera etapa de sus cohetes Falcon 9, más pequeños, después de poner en órbita satélites y tripulaciones desde Florida o California.
Pero los cohetes aterrizan en plataformas oceánicas flotantes o en placas de hormigón a varios kilómetros de sus plataformas de lanzamiento, no sobre ellas.
El reciclaje de los cohetes Falcon ha acelerado el ritmo de lanzamiento y ha permitido a SpaceX ahorrar millones. Musk pretende hacer lo mismo con Starship, el cohete más grande y potente jamás construido, con 33 motores de combustible de metano solo en el cohete.
La NASA ha encargado dos Starships para que los astronautas aterricen en la Luna a finales de esta década. SpaceX pretende utilizar Starship para enviar personas y suministros a la Luna y, eventualmente, a Marte.