La economía de Estados Unidos se ha contraído por dos trimestres consecutivos y aunque técnicamente eso es una medida de que el país entró en una recesión, los economistas no están ahora muy seguros. (Imagen: Cortesía de la Voz de América).

A pesar de que los indicadores económicos sugieren que EEUU ha entrado en una recesión, los economistas no están muy convencidos, debido a otros factores que pueden modificar la evaluación.

Washington, D.C. — La economía de Estados Unidos se ha contraído por dos trimestres consecutivos y aunque técnicamente eso es una medida de que el país entró en una recesión, los economistas no están ahora muy seguros.

Durante una recesión, la actividad económica de un país se contrae y eso es lo que ha sucedido en EEUU en el primer semestre, donde la tasa anualizada del Producto Interno Bruto se redujo en un 0,9% de enero a marzo y un 1,6% de abril a junio.

Sin embargo, en ese mismo período, el sector laboral agregó 2,7 millones de empleos, más que durante muchos años antes de la pandemia, y el desempleo descendió hasta un 3,6%, cerca de los mínimos de hace 50 años.

Estos indicadores no son consistentes con una recesión.

¿Por qué se piensa entonces que hay una recesión?

Porque en la realidad, las cosas son distintas. La mayor inflación en cuatro décadas está erosionando el poder adquisitivo de los estadounidenses, especialmente a los de bajos recursos, debido al alza de los precios de los alimentos, los alquileres y la gasolina.

Para contrarrestarla, la Reserva Federal ha comenzado a aumentar las tasas de interés, porque la inflación ocurre cuando existe una demanda superior a la oferta, y la idea es extraer un exceso de dinero circulante.

Muchos economistas, entre ellos el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, no creen que la economía está en recesión, otros esperan que el panorama empeore en la segunda mitad del año y en 2023.

¿Cómo entonces se mide una recesión?

Volvamos a los dos trimestres consecutivos de desaceleración.

En 2001, el PIB cayó en los primeros tres meses del año, rebotó en los tres siguientes y volvió a contraerse en el tercer trimestre.

Aunque los dos trimestres de contracción no fueron consecutivos, la situación se definió como recesión porque disminuyó la producción industrial y aumentó el desempleo.

Y la recesión causada por la pandemia en 2020 duró solo dos meses, marzo y abril, según determinaron después los economistas, pero ese período influyó en la caída del PIB en dos trimestres consecutivos.

O sea, que no todo es tan sencillo.

¿Quién decide que ha comenzado una recesión?

Esa responsabilidad recae en un panel de economistas convocados por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, y a veces se determina hasta un año después de haberse presentado la recesión.

Este grupo privado sin fines de lucro define una recesión como “una disminución significativa de la actividad económica que se propaga por toda la economía y dura más de unos meses”.

El panel analiza todos los indicadores y a veces la situación es irregular.

Por ejemplo, durante la pandemia, la gran pérdida de más de 20 millones de empleos no equilibró un crecimiento que despuntó rápidamente, y el grupo calificó oficialmente la situación como una recesión a principios de junio, poco antes del fin del segundo trimestre.

¿Qué podemos esperar?

El hecho de que los indicadores económicos se revisan meses después al alza o a la baja confunde los pronósticos y las expectativas. Muchos economistas esperan que la contracción de 1,6% del primer trimestre de este año sea revisada a positivo más tarde en el año.

Por el momento, las medidas de la Fed, que ha duplicado las tasas de interés para las hipotecas con respecto a un año antes, están causando menos ventas de viviendas y reduciendo la construcción.

El aumento de los intereses probablemente afectará también las inversiones de muchas empresas en instalaciones, maquinaria y otros equipos. Si las compañías reducen gastos e inversiones, también contratarán a menos empleados. Consecuentemente, los consumidores también reducirán sus gastos.

Powell confía en un “aterrizaje suave”, en el que la economía se debilite lo suficiente para reducir las contrataciones y un aumento de los salarios sin que cause una recesión y logre reducir la inflación al nivel histórico de la Fed de un 2%.

Sin embargo, reconoce también las dificultades para alcanzar ese objetivo, mucho más ante la invasión de Rusia a Ucrania y confinamientos en China por el COVID-19 que han aumentado los precios de los alimentos y la energía, y de muchas piezas de repuesto fabricadas en EEUU.

[Con información de Associated Press y Reuters]