Los científicos de la NASA llevaron a cabo la investigación utilizando la Near-Infrared Camera (NIRCam), un componente valioso del telescopio, y, al identificar estos compuestos, sugieren la posible existencia de rastros de vida en esta región del espacio exterior. (Imagen: Crédito NASA).
  • El telescopio espacial James Webb detectó rastros de vida en un sistema a 6000 años luz de la Tierra
  • Científicos afirmaron que la nebulosa NGC635, ubicada en la constelación Escorpio, presenta las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida tal y como la conocemos

Miami, EUU — Un reciente estudio basado en datos proporcionados por el telescopio espacial James Webb ha revelado la presencia significativa de monóxido de carbono, acetileno, cianuro de hidrógeno y agua en un disco protoplanetario ubicado en la nebulosa NGC6357, situada a 6000 años luz de distancia de la Tierra.

Los científicos de la NASA llevaron a cabo la investigación utilizando la Near-Infrared Camera (NIRCam), un componente valioso del telescopio, y, al identificar estos compuestos, sugieren la posible existencia de rastros de vida en esta región del espacio exterior.

Según los resultados y el informe, la nebulosa NGC6357, localizada en la constelación de Escorpio, presenta condiciones propicias para el desarrollo de la vida tal como la conocemos.

El telescopio espacial James Webb, que comenzó su operación el año pasado, ha estado enviando imágenes espectaculares e inéditas desde entonces.

¿Qué son los discos protoplanetarios?

Los discos protoplanetarios son estructuras circumestelares compuestas de gas y polvo que orbitan alrededor de estrellas jóvenes. Estos discos, fundamentales en el proceso de formación planetaria, se originan a partir del material residual que rodea a una estrella recién formada.

Cuando una estrella se forma a partir de una nube en contracción de gas y polvo, el excedente de material da lugar a un disco a su alrededor. Este disco protoplanetario está mayoritariamente compuesto por gas (hidrógeno y helio) y partículas de polvo.

Con el tiempo, las partículas de polvo en el disco se aglutinan y colisionan, formando cuerpos más grandes denominados planetesimales, que pueden fusionarse para dar origen a planetas.

El descubrimiento del telescopio espacial James Webb

Las nebulosas son objetos espaciales intrigantes que dan origen a sistemas solares al crear estrellas calientes. En este contexto, el telescopio James Webb ha identificado discos protoplanetarios alrededor de estrellas jóvenes en la NGC 6357, también conocida como Nebulosa de la Langosta, en la constelación de Escorpio.

Esta formación alberga numerosas protoestrellas resguardadas por discos oscuros de gas, así como estrellas jóvenes envueltas en “capullos” en expansión o gases circundantes a estas pequeñas estrellas.

A lo largo de los años, los científicos han buscado comprender los procesos de formación estelar en detalle. Sin embargo, la complejidad radica en la escasez de sistemas cercanos y accesibles, a menudo ocultos tras densas nubes de polvo y gas o envueltos en entornos saturados de radiación ultravioleta.

Dada la relativa proximidad de la nebulosa de la Langosta en términos estelares, el telescopio James Webb ha concentrado su atención en este fascinante escenario, continuando así su tarea de proporcionar información que respalde la búsqueda de vida extraterrestre.