Durante todos los partidos, más de 30 mil dominicanos coparon las graderías del LoanDepot Park en Miami con una alegría indescriptible, a pesar de no haber llegado a la clasificación, lo que también dejó un “trago amargo” deportivo entre la diáspora.
Miami, Florida.- Los dominicanos “tomaron” literalmente para ellos las graderías del LoanDepot Park de los Marlins en Miami, que por primera vez estuvo rebozando de la contagiosa alegría de los más de 30 mil dominicanos que por día asistían a los partidos del grupo D en el Clásico Mundial de Béisbol, cargado de orgullo patrio con los colores de la bandera tricolor y curiosidades propias de los dominicanos para hacerse sentir y notar en cada partido.
Muy a pesar de que no se logró la meta de alcanzar la clasificación del equipo de la República Dominicana, los dominicanos disfrutaron su fiesta deportiva “hasta más no poder” fortaleciendo con ello sus raíces caribeñas y la felicidad de ser “dominicanos hasta la tambora.”
Este estadio tiene capacidad para casi 37,000 fanáticos, de acuerdo Wikipedia, pero de esta cantidad por día durante los partidos del Grupo D, la República Dominicana se encargó de ocupar más del 70% de los asientos, donde imperó la gracia y la dinámica propia de los dominicanos amantes de por sí del béisbol.
“Yo viajé desde Pedernales por primera vez para estar presente en este Clásico Mundial de Béisbol”, señaló Roberto Duvergé.
“Aquí lo que se ha vivido durante esta semana en cada juego, aunque no ganáramos la selección para ir a la final, hemos gozado entre todos los fanáticos compartiendo la alegría inmensa de este Clásico que une los países latinos y en un ambiente por demás muy americano en Estados Unidos, eso es increíble”, dijo
Güira en mano, no faltó más de un dominicano animando a su team de la República Dominicana. Tampoco faltaron decenas de tamboras de todos los tamaños, que armonizaron a ritmo cada entrada y celebraron los hits del equipo dominicano en la participación en el grupo D.
La creatividad se hizo presente. De todas maneras, tratando de resaltar su dominicanidad, los “hijos de Quisqueya, la bella”, ondearon la hermosa bandera tricolor por lo alto. Algunos la llevaron en forma de corazón en el pecho, como cuando se lleva la Patria por dentro.
Otros la colgaron en sus vestimentas, en su cabeza, en el cuello y por doquier, exhibieron los colores tricolores de la insignia nacional.
Plátano Power
El eslogan de la fuerza del mangú, simbolizado en el “plátano power” no puede quedarse atrás desde aquel también histórico Clásico Mundial de Béisbol hace 10 años.
Dentro de esta dinámica que se vivió con “locura colectiva” en Miami, no faltaron los fanáticos que llegaron con su par de plátanos al hombro, algunos inflables y otros de “carne y hueso” recién sacados de la planta.
Otros tan osados, lo acompañaron de un pequeño “salami” colgado al cuello, con aquello de que, “un buen mangú acompañado de sus tres golpes, saca fuerza de donde no hay.”
“Yo vine con mis plátanos para darle su mangú de palos a todos los equipos que estaban compitiendo por clasificación en el Clásico Mundial de Béisbol en esta edición”, dijo Fernando Toribio.
Otro detalle importante a resaltar durante esta participación de la República Dominicana que aunque no llegara a alcanzar su clasificación final frente a Puerto Rico, fue el entusiasmo que le impregnó la participación de la cónsul general, Geanilda Vásquez, quien con su carisma, motivó a los dominicanos a apoyar su equipo, acudiendo a cada partido donde jugaba el país frente a sus contrincantes.
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Geanilda disfrutó entre abrazos solidarios de su comunidad en general, de cada partido acompañada en ocasiones de personal consular y allegados, demostrando con ello la importancia de interactuar con la diáspora.
Al final de los partidos, la participación de grupos dominicanos, como son el conjunto típico de Los Pascual, el propio Toño Rosario y otros, puso a bailar a más de uno de lo lindo, donde al final, aun perdiendo el partido decisivo entre República Dominicana y Puerto Rico, ambos fanáticos se confundieron en un abrazo isleño a ritmo del reconocido mundialmente Merengue de República Dominicana, “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” por la UNESCO.