Las piezas que forman el engranaje del Estado, vale decir, los ministerios, las cámaras legislativas, los órganos de control y la justicia, también muestran desgaste e ineficacia y falta de anticuerpos para frenar la septicemia que sufre la sociedad.

Con la devaluación del respeto a la vida, a la ley, al honor de las personas, a las conductas del pudor y la decencia, a la disciplina en todos los órdenes, la sangre que circula en el cuerpo social ha quedado francamente contaminada

Por Miguel Franjul*

La sociedad dominicana está presentando tantos signos de malestar que es preciso someterla pronto a una prueba de resonancia magnética.

A través de ella podría identificarse el nivel de afectación de muchos de sus órganos, tanto desde el cuerpo que la sostiene (los tres poderes del Estado), como del sistema circulatorio (sus leyes, normas y costumbres) que están llamados a asegurar su funcionamiento.

Hay muchas patologías, como la corrupción generalizada, la perversión de los valores morales y nacionales, la criminalidad, la degradación humana causada por los vicios y las fallas operativas del Estado, que están encancerando el cuerpo social.

Con la devaluación del respeto a la vida, a la ley, al honor de las personas, a las conductas del pudor y la decencia, a la disciplina en todos los órdenes, la sangre que circula en el cuerpo social ha quedado francamente contaminada.

Estos síntomas tienen su origen en el fracaso de la formación y educación hogareña, en el descalabro de la familia como núcleo básico de la sociedad, en la prostitución de los símbolos de la autoridad y en el progresivo avance de las conductas degeneradas, lo que nunca se había manifestado como un todo en esta sociedad.

Las piezas que forman el engranaje del Estado, vale decir, los ministerios, las cámaras legislativas, los órganos de control y la justicia, también muestran desgaste e ineficacia y falta de anticuerpos para frenar la septicemia que sufre la sociedad.

Vale promover un amplio ejercicio de análisis y diagnóstico de esta realidad, con equipos multisectoriales, como si se tratara de una junta médica, para determinar qué terapias de choque se necesitan para salvarla.

No podemos permitir cruzarnos de brazos y que la ola degenerativa nos ahogue en una espiral de violencia, criminalidad, irrespetos y tendencias que han deformado el sentido de la vida sana y de la coexistencia pacífica y fructífera entre los ciudadanos.

*Miguel Franjul es director del periódico Listín Diario, decano de la prensa nacional.