El dato menos conocido con respecto al trabajo es quizás el origen del vocablo mismo. Cuando se dilucide la génesis de la denominación de la actividad habitual de una persona a cambio de dinero, se comprenderá mejor la aversión que algunas personas han demostrado a través de la historia contra esta actividad remunerada
Por Roberto Guzmán*
El vocablo que encabeza este escrito no se conoce bien. ¿Por qué?, porque a pesar de tener que hacerlo, desempeñarlo o ejercerlo, la mayoría de las personas desconocen su origen. No le quepa duda, después de saber cuál es la fuente del vocablo trabajo, se entenderá mejor el poco afecto que se le profesa a esta actividad.
Los dominicanos durante largo tiempo fueron sometidos a una propaganda que enaltecía el trabajo. Había razones para ello. No era porque el dominicano fuera haragán. Por desventura algunos intelectuales dominicanos tipificaban al campesino dominicano como haragán. Esa errada idea la tomaron de los relatos de viajes de extranjeros a Hispanoamérica. Representaban al campesino echado en una hamaca. Eso representación era muy injusta.
La frase sobre el trabajo que se repetía en la propaganda aquella era: “Mis mejores amigos son los hombres de trabajo”. Se suponía que la había acuñado el dictador dominicano que gobernó durante más de treinta años en el siglo XX. Era apropiada para dirigir el esfuerzo del hombre dominicano hacia las labores productivas. El hombre de trabajo se aseguraba la vida tranquila, alejado de la política.
En esa época las labores en el campo no eran fáciles. Era mucho trabajo muscular. Las herramientas eran el machete, el hacha, la coa y la azada. Para los “pueblistas” era fácil criticar sin haber probado los sinsabores del arduo trabajo agrícola. El dictador deseaba e imponía el trabajo para que los hombres dejaran las aventuras de las revueltas.
Hubo un merengue durante ese período con letras contra el trabajo. Quizás sobrevivió esta música gracias al pegajoso ritmo que lo acompañaba. También porque aludía a un concepto religioso cristiano. En esa canción el negrito del batey decía que “el trabajo lo hizo Dios como castigo”. Como se leerá más adelante, había fundamentos de verdad en este aserto.
El dato menos conocido con respecto al trabajo es quizás el origen del vocablo mismo. Cuando se dilucide la génesis de la denominación de la actividad habitual de una persona a cambio de dinero, se comprenderá mejor la aversión que algunas personas han demostrado a través de la historia contra esta actividad remunerada.
Etimológicamente hablando, el trabajo es un suplicio. El antecedente de la voz trabajo es tripalium. Literalmente esa voz del latín significa “tres palos”. No expresa que se propinen tres golpes con un palo para que la persona trabaje, no. Peor que eso. Ese era un instrumento o máquina de tortura. De esa voz procede el verbo trabajar y el sustantivo trabajo. Diccionario del origen de las palabras (1998:470).
Ese es el origen para el español, el francés y el portugués. Trabajar viene del latín vulgar tripaliare, que significa “torturar, martirizar”. A origem curiosa das palavras (2003:222). Dicho sea de paso. Latín vulgar expresa que era el hablado por el pueblo; algunos tratadistas lo llaman latín popular. Se distinguía del culto, escrito, que era usado por las autoridades para la administración del imperio.
El tripalium debe su nombre a que era formado por tres palos cruzados. A esta estructura se ataba el reo, delincuente o persona violenta para inmovilizarlo y eventualmente propinarle los azotes o golpes del castigo. En las representaciones modernas de este instrumento el humano aparece atado casi en posición de crucificado, con la diferencia de que las piernas también estaban abiertas al igual que los brazos. Los tres palos iban inmovilizados sobre otro central que los mantenía fijos. De solo pensar en la posición y estar atado así, eso constituye un suplicio.
Cuando la voz trabajo apareció por primera vez en castellano fue en el siglo XIII, trebajo. Su significado era “molestia, dificultad, sufrimiento”. Hoy se tiene esa actividad humana en tanto útil; hay quienes la muestran hasta por placentera. 300 historias de palabras (2015:308). No cabe duda. Desde hace siglos se aborrece el trabajo. Todavía se considera en la actualidad que trabajo conserva el sentido de “sufrimiento, dolor, pena”. A través de la historia aparecieron los derivados, “trabajado, trabajador, trabajante, trabajera, trabajo”. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1983-V-571-2).
En el Tesoro de la lengua castellana o española de Covarrubias de 1611 aparecen las voces “trabajo, trabajar, trabajado”. (1611:1323-4). En trabajo, este autor pone el énfasis en obrar alguna cosa, especialmente las manuales, y trae consigo dificultad y aflicción de cuerpo. Ya consideraba que trabajar era hacer cosas de provecho y muy útiles para sí. Trabajado era el cansado del trabajo. Trabajarse era afligirse y congojarse.
Entre el siglo XIII y el XV, el vocablo trabajo desarrolló un sentido figurado que incluye el sentimiento de “dificultad, impedimento o perjuicio”; así incorporó las acepciones de “penalidad, molestia, tormento, o suceso infeliz”. Diccionario medieval español (1986-II-1600). Ha de reparase que ninguna voz semejante a las estudiadas refleja felicidad o gozo.
En el año 1737, en el Diccionario de autoridades (1737-II-311-2) se notan algunos cambios en las definiciones. Trabajador, por ejemplo, es el que trabaja por su jornal en el campo. Se aplica el sustantivo también a la persona muy aplicada. Es cuando la persona hace las cosas con “eficacia, actividad y cuidado”. No obstante, metafóricamente todavía vale para molestar, inquietar o perturbar.
El curso seguido por las voces aquí estudiadas en español se produjo en lengua francesa. Entienden los autores del Dictionnaire historique de la langue française (2012-III-3735) que en siglo XV, por metonimia es cuando travail (=trabajo) designa la manera en que se ejecuta la actividad. La pena de “trabajos forzados” entra en el año 1768 en el derecho penal francés.
Como si todo lo anterior fuera poco, el inglés integró a su léxico la voz travail, tomada del francés. Con el tránsito de la voz llegó el matiz negativo. La voz se reserva para la tarea laboriosa, de naturaleza dolorosa. Requiere esfuerzo, implica problema, sufrimiento o esfuerzo doloroso; es aflictivo, vejatorio, causante de dolor. Chambers Dictionary of Etymology (2015:1162).
Cada quien trabaja en el área que conoce o que elige. Las circunstancia a veces obligan a las personas para que trabajen en algunas actividades. Otras trabajan en un campo de acción porque carecen de las aptitudes para hacerlo en otras actividades. Ahí se encuentra Ortega y Gasset para recordar que es una interacción entre el hombre y sus circunstancias.
Los ladrones definen “trabajo” cuando perpetran un acto reñido contra las buenas costumbres de respetar lo ajeno. Los brujos o hechiceros llaman trabajo al empleo que hacen de sus recursos y artes. La historia y la literatura traen ejemplos de trabajos famosos. Ahí están los Trabajos de Hércules y la obra póstuma de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617). Hasta los enamorados hacen su “trabajito” para conquistar un corazón.
Los dominicanos se toman el trabajo de expresar lo que sienten. Por medio de la lengua expresan sus sentimientos acerca del trabajo y trabajar. Trabajar para el inglés es trabajar para pagar deudas. El inglés era el puntual cobrador. Trabajar para estar cansado expresa esforzarse sin obtener beneficios. Pasar más trabajo que un forro de catre es soportar o sufrir calamidades, penurias y contratiempos. Estos son solo ejemplos ilustrativos. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:492).
Al vaciar aquí algunas informaciones acerca de la etimología de las palabras se busca que los lectores entiendan que esa rama de la lingüística desempeña un papel importante en el conocimiento de las lenguas. La etimología requiere profunda investigación histórica y presencia de criterio diferencial. Es un trabajo de gabinete despojando información de documentos antiguos de todo género.
Trabajo intelectual se llama ese del etimologista. Hace sudar las meninges. Cansa tanto como cualquier otro. Tiene su precio. Por suerte todavía hay quien realiza trabajo voluntario. Otros trabajan en actividades que recompensan el esfuerzo mediante reconocimiento. Alabados sean unos y otros.
*Roberto Guzmán, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua