La libertad nunca está más en peligro de extinción que durante una crisis como en una guerra, una depresión económica o una pandemia.
Nueva York–La Estatua de la Libertad es quizás el monumento más famoso de Nueva York. Mide 46 metros de altura (93 si contamos la base).
Se encuentra situada en Liberty Island (la isla de la libertad), y para visitarla es necesario ir en Ferry. El muelle se encuentra en Battery Park, al sur de Manhattan.
La Estatua de la Libertad se inauguró en octubre de 1886 y fue un regalo de los franceses para conmemorar los 100 años de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
En su diseño participó Gustave Eiffel, el creador de la Torre Eiffel. Quien tuvo la oportunidad de conocer también la Torre Eiffel recordarán algunas similitudes interiores con la dama de la antorcha en alto.
Hoy, la nueva realidad de las restricciones debido a la pandemia impide a los ciudadanos de Estados Unidos y del mundo rendir honor a tan valioso monumento y don precioso de la humanidad.
Respecto al símbolo que representa, el expresidente Ronald Reagan (1981-1989) recordó muy a menudo que la libertad es frágil.
Nos recordó que los errores en cualquier generación pueden llevar a la extinción de la libertad que tanto valoramos.
A veces esa libertad se pierde porque perdemos la voluntad de luchar por ella. A veces se pierde porque perdemos la capacidad de reconocer las amenazas.
A veces se pierde porque no conseguimos transmitir la sabiduría y la imaginación que la sustentaba.
Sea cual sea la amenaza, la libertad nunca está más en peligro de extinción que durante una crisis como en una guerra, una depresión económica o una pandemia.
Mientras actuamos como ciudadanos libres y responsables, también es nuestro papel defender la libertad, frenar a la clase política cuando va demasiado lejos, y enseñar a nuestros hijos que la libertad es demasiado valiosa para perderla, incluso en tiempos de miedo.