«Manuel Duncan deja a tres niños huérfanos, sin su amado padre, porque una noche salió a comprar algo de comer y nunca volvió. Alburquerque ahora no solo causa dolor a la familia de Duncan, sino que ahora siembra incertidumbre en su familia, en sus hijos, de qué pasará con él por esa acción desmesurada», Stephanie Martínez.
Por Stephanie Martínez
En la República Dominicana estamos en tiempos inciertos, en tiempos turbios, en tiempos confusos. Estamos viviendo en tiempos en los que es muy difícil entender entre lo que está bien, lo que está mal y lo que pueda pasar.
En el país ahora tenemos que vivir pendientes a que cualquier gesto que hagamos, cualquier interacción que tengamos con un desconocido, porque cualquier cruce de palabras puede causarnos hasta la muerte.
Recientemente un homicidio ocurrió por una situación que con simples palabras podría haberse resuelto, que con el simple uso de la comunicación el problema hubiese quedado en un mal entendido, en un “discúlpame, pensé que era a mí, entiendo ahora que no fue así”. Qué tan fácil hubiese sido el simple hecho de saber manejar, controlar y entender sus emociones. Qué sencillo hubiese sido poder entablar una conversación, donde las cosas hubiesen terminado en un perdón.
El comunicador Manuel Duncan, perdió la vida a manos del expresidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas, por un simple malentendido. Duncan, lamentando mucho el que no esté para contar su parte de la historia, pero las cámaras de seguridad están ahí de testigo, donde muestran cómo por una simple pelea que comenzó por supuestas palabras descompuestas, por insultos supuestamente de Duncan a Alburquerque, ocasionaron que este último le quitara su aliento de vida, de manera fría y despiadada.
Manuel Duncan deja a tres niños huérfanos, sin su amado padre, porque una noche salió a comprar algo de comer y nunca volvió. Alburquerque ahora no solo causa dolor a la familia de Duncan, sino que ahora siembra incertidumbre en su familia, en sus hijos, de qué pasará con él por esa acción desmesurada.
Como reaccionamos dice más de nosotros que del que nos provoca. Ahora tenemos que aprender que cualquier situación en las calles, establecimientos, tiendas o comercios pueden causarnos algún día la muerte.
En nuestra mente quedará plasmado, esa situación, ese momento donde muchos lo verán a él como un “león”, pero otros no podrán entender su acción. Un arma ilegal, un arma, la cual desmanteló y luego despojó, un arma que no sabemos cuál era su utilidad, porque para algo legal, muy claro está, que no era su utilidad.
Está claro que lo que hace falta es más herramientas para manejo de conflicto, más herramientas para manejo de emociones, más herramientas para entender situaciones y no detonar ante estas, porque “hombres” adultos, con hijos, casados, con cargos importantes en el país, no deberían estar reaccionando como niños de 5 años porque alguien dijo algo que no les gustaba. Quizás ahora, quizás ahora más que nunca se haga caso, se entienda, se comprenda y se busque la manera de dar más acceso y menos tabú a la ayuda psicológica.
Pero mientras tanto, vivimos en un país que por tener un rango, una posición, un cargo, estar «pegado en el gobierno”, te garantiza seguridad, estabilidad y, aparentemente, también impunidad.