El Fondo Monetario Internacional presentó su informe anual 2021 con perspectivas para los países. Economías de ingresos medios corren riesgo de quedarse rezagadas y la desigualdad entre las poblaciones también enciende alarmas.
Washington, D.C.–Reforzar “un sistema de pesos y contrapesos para garantizar la rendición de cuentas” es fundamental según el Fondo Monetario Internacional (FMI) para “evaluar la eficacia de la gestión de gobiernos, la gestión de riesgos y los controles internos” de los países deudores y solicitantes de empréstitos.
El FMI reseña así parte de la estrategia y gestión de créditos durante la crisis sanitaria del COVID-19 en la que ha dado asistencia rápida –hasta finales de abril de este año- a varias decenas de países de los 190 que conforman la institución financiera con sede en Washington DC.
En su Informe anual 2021, ‘Construir un futuro mejor’, el organismo multilateral destaca que “cuando el FMI suministra financiamiento a un país miembro, se lleva a cabo una evaluación de salvaguardias para ofrecer una garantía razonable de que el banco central del país miembro puede gestionar los recursos que recibe del FMI y suministrar datos monetarios fiables sobre el programa respaldado por la institución”, acota el informe citado por la Voz de América.
En el marco de la pandemia el organismo centró sus operaciones de asistencia crediticia en la atención a los países para paliar la pandemia y se desembolsaron 6.000 millones a 26 países de bajos ingresos.
El FMI reconoce que duplicó temporalmente los límites de acceso a los servicios de financiamiento de emergencia: el Servicio de Crédito Rápido (SCR) y al Instrumento de Financiamiento Rápido (IFR) para asistir, entre otras, a varias naciones centro y sudamericanas.
Préstamos de emergencia para países de la región
Guatemala, Honduras y Nicaragua figuran entre los países que lograron prestamos de emergencia, y al sur están Colombia, Chile y Perú del hemisferio occidental.
“El FMI también aumentó los recursos de los acuerdos de crédito vigentes para dar cabida a las nuevas necesidades urgentes creadas por la pandemia en el contexto del diálogo continuo en materia de políticas”, reza el documento, al tiempo que amplió su capacidad de alivio a la deuda para países pobres, al gestionar donaciones para aquellas naciones afectadas por catástrofes naturales o desastres vinculados con la salud pública.
Si bien las naciones han iniciado la recuperación económica ante el impacto de la pandemia, “las secuelas podrían acompañarnos varios años”, dice el FMI.
También preocupa en el ámbito multilateral que la crisis causada por el coronavirus ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades que existían antes de la llegada del COVID-19, con perspectivas dispares para los países y sus poblaciones.
“Casi la mitad de las economías en desarrollo y de mercados emergentes y algunas economías de ingreso medio actualmente corren el riesgo de quedar más rezagadas, revirtiendo gran parte de los avances logrados en pos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. También crece la desigualdad dentro de los países; los trabajadores poco calificados, los jóvenes, las mujeres y los trabajadores informales están padeciendo pérdidas de ingresos desproporcionadas”, puntualiza el FMI.