Johnny Ventura fue fiel reflejo de una nación que buscó en su ritmo festivo y jubiloso el bálsamo a momentos difíciles y traumáticos de la historia nacional.
Decir Johnny Ventura es sinónimo de música y alegría. Ha partido Johnny Ventura. El músico, el embajador universal de la esperanza. El artesano del pentagrama que en las siete notas musicales sintetizó con lujo de detalles los aspectos más recónditos de un pueblo que supo amarlo y venerarlo por su talento infinito, contagioso e incontenible.
Johnny el amigo. Johnny el servidor público. Johnny el vecino. Johnny el padre, el abuelo, el esposo, el político. Johnny el patriota. El caballero. El amigo de todos. Venerado sin límites en los cuatro puntos cardinales del país y más allá. Toda una historia humana. Fiel reflejo de una nación que buscó en su ritmo festivo y jubiloso el bálsamo a momentos difíciles y traumáticos de la historia nacional.
Juan de Dios Ventura Soriano, mejor conocido como Johnny Ventura, “El Caballo Mayor”, es el más grande y legendario artista dominicano. Su legado, amplio y variado, queda perenne como el creador de la orquesta combo en el país. Su humilde genio musical hizo realidad la transición de una “Big band” de 30 músicos a tan solo 13, sin deformar la esencia genuina de la dominicanidad: el merengue.
Su legado está plasmado en 105 producciones discográficas. Ha sido el artista nacional más prolífico de la historia. Sus grabaciones han sido premiadas con 28 discos de oro, 2 de platino. Además, un Grammy Latino en el 2004 y un Grammy a la Excelencia por su trayectoria en el 2006.
El sello musical de Johnny Ventura fue tan contagioso que superó todas las expectativas en el gusto popular. Vigente desde la década de los años 60 del siglo pasado, hasta la fecha. Su dilatada trayectoria musical, tenacidad personal al vencer la plaga del siglo XXI, y persistencia en un arte difícil y con altibajos, lo fraguó como uno de los merengueros más respetado y requerido en toda la geografía nacional y fuera de ella.
Más que el duelo que hoy embarga al noble y bravo pueblo dominicano, al partir una de sus figuras musicales más cimeras y queridas, es deber de todos preservar –con la misma alegría y el espíritu de entusiasmo que siempre nos legó–, el valor de sus aportes a la historiografía de la música popular nacional con un día dedicado a su memoria.
Es lo menos que puede recibir un embajador de su estatura de parte de un pueblo agradecido. Preservar con júbilo su legado alegre en los compases de un contagioso e irresistible merengue dominicano. Y es que, quien no ha bailado un buen merengue, no sabe lo que es estar vivo.
Johnny, el Caballo Mayor, lo encarnó a cabalidad. Ha partido Johnny Ventura, esencia de las penas y alegrías, del sentir nacional.
¡El Rey ha muerto…! ¡Que viva el Rey…!