El motivo por el que no deberías mezclar leche y café. El azúcar y el alcohol son otros de los típicos añadidos a esta bebida que deberían evitarse.
Miami, EEUU — El café sigue siendo motivo de debates a favor y en contra. El café es uno de los fieles compañeros de muchas personas. Tanto como forma de despertarse como para disfrutar de un momento de ocio, en soledad o acompañado.
Hay estudios que señalan los beneficios que tiene para la salud, pero también los hay que dicen todo lo contrario. Entre las partes buenas están: Tiene nutrientes esenciales como Vitaminas B, Potasio, Magnesio y fósforo.
Estimula la función cerebral, estimula el metabolismo, pueda ayudar a prevenir el alzhéimer y el párkinson, ayuda a disminuir el riesgo de diabetes tipo 2, puede ayudar a proteger el hígado y disminuye el riesgo de depresión.
Por el contrario, algunas de las partes malas son: causa ansiedad, dificulta el sueño, puede ser adictivo.
Es decir, no es ni completamente bueno ni completamente malo. Todo depende de la forma en que se tome. Hacerlo con mesura puede ayudar a que solo repercuta de forma beneficiosa.
Los mejores momentos para tomar café
Algo en lo que sí coinciden los científicos es en cuándo es el mejor momento para beber café. En el desayuno, nada más levantarse, puede ser perjudicial para la salud. Esto es porque a esa hora es cuando el cuerpo produce más cortisol, la hormona encargada de equilibrar el estrés y reducir los niveles de glucosa en sangre.
Cuando el organismo recibe cafeína muy temprano no produce la cantidad necesaria de esta hormona. Además, se vuelve cada vez más tolerante a los componentes de la bebida y empieza a reemplazar los impulsos naturales que otorga el cortisol.
En el extremo contrario, tomarlo por la noche (algo que es más frecuente en invierno, para entrar en calor), puede provocar insomnio y pesadillas. Por lo tanto, lo recomendable es beber café entre las 10 de la mañana y las 12 del mediodía, o entre las 14 y las 17 horas de la tarde, para reducir el riesgo de sufrir consecuencias.
Pero el abuso de esta bebida no es lo único que puede ser perjudicial. También puede provocar efectos no deseados el mezclarlo con otras bebidas o alimentos a la hora de prepararlo.
Los ingredientes que no hay que añadir al café
Azúcar: Incluso si es solo una pequeña cucharadita para quitarle el sabor amargo al café, lo mejor es no hacerlo. Esto es porque supone no solo aumentar el valor energético de la bebida, sino también añadirle todos esos componentes «malos» que tiene el azúcar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 25 gramos de este endulzante al día, lo que supondría un 25% de la energía necesaria para 24 horas.
El sabor amargo del café es algo a lo que te irás acostumbrando conforme más lo bebas y, en poco tiempo, será posible disfrutarlo sin azúcar. A pesar de esto, en caso de no ser capaz de tomarlo sin azúcar, es mejor probar con algunos equivalentes como el azúcar moreno o mascabado, o incluso una pizca de canela.
Leche: Al agregar leche al café, este pierde sus polifenoles, que actúan como antioxidantes. Esto es por las grasas saturadas que contiene el lácteo. Diversos estudios del Departamento de Química de la Universidad de Québec, en Canadá, así como de la Universidad de Zagreb, en Croacia, demuestran que la caseína de la leche bloquea los efectos antioxidantes tanto del café como del té.
Aunque otros científicos no creen que la evidencia sea suficiente, también hay que tener en cuenta que la lactosa sube los niveles de azúcar y provoca intolerancia en algunas personas.
Los nutricionistas aseguran que, aunque las versiones desnatadas y semidesnatadas pueden mejorar el panorama, tampoco sería una buena mezcla. Algunas alternativas que sí serían aceptables son las leches vegetales, como la de avena, almendras o avellanas.
Leche en polvo: Además de la leche líquida, la leche en polvo también es un ingrediente típico de añadir al café debido a que es más fácil de transportar y almacenar fuera de casa. Sin embargo, esta opción es incluso peor que el lácteo en estado natural; al tener que imitar la textura cremosa de la leche se emplean complementos no lácteos como jarabe de maíz y aceites vegetales hidrogenados parcialmente.
Esto supone calorías vacías, grasas artificiales que se acumulan en las arterias y debajo de la piel y están relacionadas con la diabetes, la obesidad, el colesterol y las enfermedades cardíacas.
Alcohol: Son bastantes las personas que añaden al café un poco de whisky, coñac o ron. Si bien ayudará a elevar la temperatura corporal de forma inmediata, esa energía no aporta ningún nutriente interesante. La OMS indica que la ingesta de alcohol está, además, asociada a muchos problemas de salud. Algunos de los más graves son la cirrosis hepática y el cáncer.
Sabores adicionales: Una de las nuevas modas cafeteras es preparar una mezcla de café con otro tipo de ingredientes: esencia de vainilla, nata, caramelo, chocolate… Aunque estas recetas pueden estar muy buenas, no son especialmente beneficiosas para la salud. No solo suponen un gran añadido de azúcar al café, sino que también incluyen colorantes artificiales altos en glucosa.
Fuente: The Objective