Por Zunilda Mercedes Fondeur
Dar es mejor que recibir. Es indescriptible la satisfacción que provoca donar, la sensación de alegría que lleva a pensar o saber que le dedicaste atención, solidarid y amor a otros.
Es por eso que me gusta donar, recolectar tapas de latas y botellas plásticas, hasta mis descendientes me las guardan, con la conciencia de que es para mamá donarlas.
Mi cabello lo dono cada tres o cuatro años, el de mi hijo Junior cuando suele dejarselo largo, y todo lo que pueda extrapolar, sin importar conocer a quien le llegue lleva nuestro amor y dedicación..
Me satisface la presente publicación de EIDIA.COM, PORQUE EVIDENCIA EL DESTINO DE NUESTRA MISION.
Mi hija, cuando viaja desde Providence a New York, exclama: «Mami, aquí te entrego lo que recolectaron los niños»
La ropa que dejan mis sobrinos al crecer, juguetes, útiles escolares y cualesquiera cosa que pueda satisfacer necesidades en de personas humildes en nuestro país, lo traen al garage de tía Zuni o lo entergan a mis hermanos para que así lo hagan.
Quiero exhortar a mis lectores a desprenderse de lo que no estén usando, aunque le guste, porque además de contribuir con personas menos afortudadas, abrimos espacio para que lleguen cosas nuevas.
Y quien escribe tiene conocimiento de causa, porque me encanta tener muchas cosas, en virtud del aprecio a la creatividad humana y valoro el ingenio puesto de manifiesto; pienso en las vecer que artesanos, escultores, orfebres, expertos en cristalería, etcétera trabajan, para llegar a la perfección de sus inspiraciones artísticas.
Además las carencias del pasado pernoctan en el subconsciente y entre los ejemplos que cito, está que tengo los peluchitos y muñecas, que el nivel económico de mi familia no permitió que me las compraran cuando era niña.Y la solidaridad fue lo que vi en el accionar de mis padres, abuelos y mi entorno.
Y hago caso omiso a quienes piensan que muchos recipientes desvalorizan la intención, sacrificio y disposición de mi postulado, en el entendido de que cuando me toque rendir cuentas a nuestro creador del universo, solo le rendiré mis cuentas, no las reacciones de otros.
Es gratificante compartir, dar, participar en las soluciones de necesidades ajenas.
Y como proclamaba el gran apóstol Juan Bosch: «No sirve para vivir, quien no vive para servir» y algo similar es el lema de los clubes de Leones, de proyección mundial, abrazando causas benéficas.
Las gráficas rinden homenaje a la creatividad y ternura infantil, que pernocta en nuestras almas, (especialmente en la mía, como niña retrazada)