En la medida en que el nivel de vida y de seguridad se ha ido recuperando en este ámbito, la vinculación popular a las Iglesias Ortodoxas ha ido disminuyendo. (Foto: Fuente externa).

En un plano más general, el estudio señala el cambio de la moral sexual como una de las causas principales de la secularización creciente actual.

Madrid, Valentí Popescu
Dos sociólogos estadounidenses (R. Ingelhart y A. Lowenstein) han hecho un estudio demoscópico sobre la relación entre la religiosidad y el bienestar en el mundo actual, llegando a la conclusión de que la fe desciende a medida que mejoran las condiciones de vida; en especial la seguridad económica y física.

El estudio abarca casi 25 años – 1981 a 2007 – y 49 naciones, con un total del 60% de la población mundial. Como todos los estudios demoscópicos, los resultados tienen un valor relativo, pero la mencionada tendencia es general en todo el mundo.

En todo el mundo, con una excepción: la India, nación dónde todavía perdura la identificación de los dioses – es decir, de la religión – con la nación. En este país, el segundo más poblado de la Tierra, el vertiginoso enriquecimiento registrado desde mediados del siglo pasado no ha desbancado la ideología imperante en la más remota Antigüedad que identificaba los dioses – es decir, la religión – con la patria. Por otras razones, el segundo gran feudo religioso del mundo le corresponde actualmente a la comunidad musulmana.

A la India hay que sumar una casi excepción: la del mundo ex comunista tras el colapso del estalinismo a finales del siglo XX. Allá, la conjunción del vacío ideológico con una crisis existencial aguda, llevó a las masas a buscar amparo precisamente en uno de los principales enemigos del estalinismo: la religión.

Pero fue un episodio puntual. En la medida en que el nivel de vida y de seguridad se ha ido recuperando en este ámbito, la vinculación popular a las Iglesias Ortodoxas ha ido disminuyendo.

De todas formas, el estudio señala que las causas de la desacralización social son múltiples – empezando por la seguridad social y económica imperante en los países ricos – y no son provocadas directamente por la industrialización y elevación del conocimiento general, como se pensaba a principios del siglo XX.

En este punto destaca la evolución de la sociedad estadounidense, que en la segunda mitad del siglo XX era una de las más creyentes en Dios (8,2 puntos en una escala de 10) y hoy en día ocupa el 32º puesto de las 49 naciones analizadas por el estudio.

Gran parte de este alejamiento de la fe es atribuido al empeño con que los dirigentes políticos – ante todo, los republicanos – han apelado en sus programas a las creencias cristianas más conservadoras para captar grandes sectores de votantes. Este conato – el enésimo en la historia de la humanidad – de vincular fe y poder lo están pagando en los EE.UU. ante todo las Iglesias.

En un plano más general, el estudio señala el cambio de la moral sexual como una de las causas principales de la secularización creciente actual. Hasta el siglo pasado, – señala el estudio – la supervivencia de la humanidad estaba estrechamente vinculada a la fecundidad.

La alta mortalidad infantil y la brevedad de la vida han impulsado todas las religiones desde la Antigüedad a centrar la moralidad y la vida sexual en la procreación (hasta finales del siglo XIX, la mayoría de las mujeres tenía de 5 a 8 hijos). Hoy en día esto ya no es así en el primer mundo y hasta en el en vías de desarrollo y, consecuentemente, los habitantes actuales de la Tierra tienen una visión muy diferente acerca del aborto, la homosexualidad, el divorcio y la vida sexual en general.