El sol ha vuelto a salir sobre las playas de Normandía, donde hace exactamente 80 años los soldados combatieron y murieron en el Día D. El jueves se celebran conmemoraciones por el aniversario, en un contexto de reanudación de la guerra en Europa.
Playa Utah, Francia — Mientras se acerca el crepúsculo de la generación del Día D, el sol salió el jueves sobre las playas de Normandía donde los soldados lucharon y murieron hace exactamente 80 años, para iniciar los actos de aniversario en un contexto de nueva guerra en Europa, en esta ocasión en Ucrania.
La cifra cada vez más pequeña de veteranos de la II Guerra Mundial que hacen el peregrinaje de vuelta a Francia, así como la invasión rusa de plena escala en Ucrania, que acabó con la esperanza de que la guerra no volviera a destruir ciudades y vidas en Europa, añadían emoción al aniversario de los desembarcos aliados el 6 de junio de 1944.
Mientras veteranos ya centenarios repasaban los recuerdos de viejos camaradas enterrados en Normandía, la presencia del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, en los actos de recuerdo junto a otros líderes mundiales que respaldan la lucha ucraniana contra la invasión rusa —como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden— inevitablemente unirá el jueves el doloroso pasado de la II Guerra Mundial con la contienda actual.
El amanecer ocho décadas después de que las tropas aliadas llegaran a la orilla bajo el fuego enemigo en cinco playas con nombres clave —Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword— inició una jornada de recuerdo de los países aliados que ahora apoyan juntos a Ucrania, y sin que Francia, la anfitriona, hubiera invitado a Rusia, otro aliado de la IIGM. París atribuyó la falta de invitación a la “guerra de agresión contra Ucrania que se ha intensificado en las últimas semanas”.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, prometió el jueves a los veteranos que “Francia nunca olvidará” su batalla para liberar a Europa de los nazis, informa nuestra aliada de medios, la Voz de América.
Se estima que los muertos y heridos en ambos bandos en Ucrania ascienden a cientos de miles, y los homenajes a los más de 4.400 muertos aliados en el Día D y muchos decenas de miles más, incluidos civiles franceses, en la consiguiente Batalla de Normandía, estaban envueltos en preocupaciones sobre que las lecciones de la II Guerra Mundial se están perdiendo.
“Hay cosas por las que merece la pena luchar”, dijo el veterano de la II Guerra Mundial Walter Stitt, que sirvió en divisiones de tanques y cumple 100 años en julio, durante una visita a la playa Omaha esta semana. “Aunque ojalá hubiera otra forma de hacerlo que intentando matarse unos a otros”.
“Aprenderemos uno de estos días, pero yo ya no estaré aquí», dijo.
Conscientes de la inevitabilidad de que los grandes aniversarios del desembarco pronto se celebrarán sin veteranos de la II Guerra Mundial, un gran número de personas con uniformes y vehículos de la época, así como turistas interesados en el espectáculo, han llenado Normandía para el 80 aniversario.
El rey Carlos III y el primer ministro británico, Rishi Sunak, tenían previsto participar en una ceremonia más tarde en honor de los soldados británicos que tocaron tierra allí y en la playa Sword, mientras que el príncipe Guillermo participaría en una ceremonia por las tropas canadienses que desembarcaron en la playa Juno, junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Biden participaría en una ceremonia en el cementerio estadounidense, con vistas a la playa Omaha.
Entre los que viajaron a Normandía había algunas de las millones de mujeres que construyeron bombarderos, tanques y otro armamento, y que jugaron otros papeles vitales en la II Guerra Mundial, que durante muchos años quedaron en un segundo plano tras las hazañas de combate de los hombres.
“No lo hacíamos por honores y premios. Lo hacíamos para salvar nuestro país. Y terminamos salvando el mundo”, dijo Anna Mae Krier, de 98 años, que trabajó como remachadora para construir bombarderos B-17 y B-29.
Homenajeados allá donde iban, algunos con sillas de ruedas y bastones, los veteranos aprovechaban para reiterar un mensaje que esperaban fuera eterno: Nunca olviden.
“Saber la cantidad de gente que murió aquí es asombroso», dijo Allan Chatwin, de 98 años, que sirvió en la Marina estadounidense en el Pacífico, durante una visita en Omaha, la playa con más bajas de aliados del desembarco.
Rápidamente agregó: “No sé si asombroso es la palabra”.