El sacerdote cubano lamentó además que “no veo a mis curas y monjas felices. Por más que intentamos ayudar, escuchar, consolar… no damos abasto, nunca”.
  • El P. Alberto Reyes Pías, de la Arquidiócesis de Camagüey, expresó su lamento sobre la situación que vive Cuba, bajo la dictadura comunista por más de seis décadas, y “que se debate cada vez más entre la búsqueda de la libertad y el miedo”.
  • “No creo que la horda de vigilantes y delatores de barrio sean felices. No es sencillo vivir con el miedo a ser descubierto y aborrecido, o con la sensación de que los demás, en realidad, saben.»
  • «No es reconfortante haber ayudado a construir un mundo donde nadie sabe quién es nadie, ni tú mismo”, subraya el sacerdote.

Camagüey, Cuba — En un texto titulado “He estado pensando II”, el P. Reyes Pías, conocido crítico de la dictadura iniciada por Fidel Castro en 1959, escribió: “He estado pensando… que no somos felices aquí”.

El sacerdote cubano resaltó su agradecimiento a la Iglesia Católica, “que me habló de la vida eterna pero que continuamente me recordaba que esta vida terrenal no era un simple ‘requisito’ de esa eternidad, que Dios amaba tanto la vida humana como la celestial”.

“Y que, aunque el sufrimiento era parte de la existencia, la vida se nos había dado para que fuéramos felices, para que buscáramos la mayor plenitud posible, para nosotros y para los demás”, dijo.

Sin embargo, lamentó que “cuando la adversidad se hace continua, el alma se cansa”.

El P. Reyes Pías señaló que “no veo a mi pueblo feliz. Por el contrario, lo veo agobiado, arrojado a una existencia que es continuamente hostil”.

“La lista de las luchas cotidianas es interminable: alimento, vestido, transporte, asistencia médica, economía personal, incluso el descanso”.

“Las familias emigran, los amigos emigran, la vejez se vuelve insegura y precaria, los sueños caducan. Es un pueblo sin derecho a la comodidad, al disfrute, ni siquiera a la belleza”, dijo.

“Y es un pueblo que se debate cada vez más entre la búsqueda de la libertad y el miedo, entre un ‘¡Basta ya!’ que le rompe el pecho y una autocensura tan inexplicable como cierta”, continuó.

El sacerdote cubano lamentó además que “no veo a mis curas y monjas felices. Por más que intentamos ayudar, escuchar, consolar… no damos abasto, nunca”.

“Pero también vivimos la tristeza de un pueblo sin espacios para cultivar su fe. No es tan fácil encontrar tiempos para Dios cuando los hijos tienen hambre y el dinero, definitivamente, no alcanza”.

El P. Reyes Pías dijo que tampoco ve “felices a los que nos sirven socialmente” ni “a los policías, ni a los de Seguridad del Estado”.

“Los veo tensos, en perenne alerta, impacientes, agresivos”, señaló.

El sacerdote cubano dijo que comprende “que es difícil tratar de controlar a un pueblo que ni los quiere ni confía en ellos. Debe ser difícil convivir en el barrio con gente que te sonríe por guardar las formas”.

“No creo que la horda de vigilantes y delatores de barrio sean felices. No es sencillo vivir con el miedo a ser descubierto y aborrecido, o con la sensación de que los demás, en realidad, saben. No es reconfortante haber ayudado a construir un mundo donde nadie sabe quién es nadie, ni tú mismo”.

El P. Reyes Pías dijo también que no cree “que nuestros gobernantes sean felices, ni que vivan en la satisfacción de una vida dedicada a un pueblo que, en compensación, los respaldaría y amaría”.

“No debe ser consolador vivir entre un pueblo que en su presencia los aplaude y en su ausencia huye en masa o sale a las calles pidiendo libertad”, expresó.

“Tal vez mi mirada se ha vuelto muy negativa, tal vez ando cargando una depresión que no me han diagnosticado. Pero también podría ser que tenga razón, y que no somos felices con lo que hemos construido”.

“Y si es así, ¿no podríamos entre todos empezar a buscar el modo de que sea diferente?”, concluyó.