La prensa nacional conmemora este 5 de abril de 2021 el Día Nacional de los Periodistas de la República Dominicana. (Imagen: Fuente externa).

Tres de los principales directores de medios del país, Persio Maldonado, de El Nuevo Diario, Miguel Franjul, de Listín Diario, y José P. Monegro, de El Día, reflexionan sobre cómo separar la paja del grano en el Día del Periodista, justo cuando un grupo de “periodistas” corruptos ha sido denunciado por voceros de la iglesia Católica.

Santo Domingo, República Dominicana–El Día del Periodista encuentra a los profesionales de la comunicación arropado por una claque que ejercen de periodistas para chantajear a sus anchas y enlodar la noble labor de comunicar informaciones confiables.

El presidente de la Sociedad Dominicana de Diarios y director del periódico Nuevo Diario, Persio Maldonado, el director del Listín Diario, Miguel Franjul, y José Monegro, director de El Día, salieron al frente a las declaraciones del sacerdote Arsenio Ferreira Rosario quien acusó a periodistas de dedicarse a chantajear y presionar mediáticamente a funcionarios públicos, privados, personas y a negocios con notas falsas en las redes sociales en busca de dinero.

Los veteranos periodistas dedicaron los editoriales de los medios que dirigen para aclarar al sacerdote lo que la noble labor de un periodismo ético y comprometido, a diferencia de enganchados a periodistas y comunicadores que ejercen sin ningún tipo de escrúpulos.

Chantajistas

Persio Maldonado.

Bajo ese título de Chantajistas, Persio Maldonado, Director de El Nuevo Diario, sostiene lo siguiente:
Pudiéramos decir que es corrupción sobre corrupción. El que no esté envuelto en hechos ilícitos no puede ser chantajeado, menos con notas falsas sobre su proceder.

Lo que ha planteado el padre Arsenio Ferreira Rosario en las siete palabras de la Iglesia Católica es una práctica que existe y que la ejercen personas sin escrúpulos para sacarle dinero a quienes atrapan en actos irregulares.

Algunos que ejercen de comunicadores e incluso periodistas. El problema es que generalizada la denuncia parece llevarse a todo el mundo entre las patas de los caballos.

Sobre todo, a quienes se desempeñan con ética y con sacrificio en el oficio del periodismo.
Sin funcionarios honestos no se acaba la práctica del chantaje.

“La prensa y los periodistas bajo ataques estigmatizantes”
Bajo este título el director del Listín Diario, Miguel Franjul, plantea:

Miguel Franjul.

En medio de la plaga de noticias falsas que contamina hoy la esfera de las comunicaciones, la prensa y los periodistas profesionales son las víctimas preferidas de aquellos que quieren imponer la mentira sobre la verdad.

Las agresiones e insultos no solo se expresan de modo verbal o textual, sino corporalmente, y provienen tanto de gobernantes como de figuras políticas o de usuarios de redes que no perdonan que el periodismo profesional ponga al descubierto las manipulaciones ignominiosas de la verdad y la realidad, ni sea portavoz de los discursos de odio, discriminación e intolerancia de los fanáticos de grupos ideologizados.

A diferencia de las redes, donde se anidan unos supuestos comunicadores sociales que vomitan acusaciones o rumian sus frustraciones en contra de los medios formales y sus periodistas, la prensa tradicional funciona en base a reglas de estilo, de ética, a códigos y filtros y a las regulaciones de la ley.
Los periódicos tienen sus editores, correctores y curadores de las noticias para cerrarle el paso a las informaciones falsas o manipuladas, pero las redes no.

En ellos no funciona el sicariato moral ni el comercio con la plata que pone a los monos a bailar.
La prensa respeta mucho su misión de informar verazmente y estimular la libre pero civilizada discusión de las ideas, muy consciente de que su papel es ser defensora y estabilizadora del sistema democrático.

Estas son premisas que no existen ni asumen los supuestos comunicadores sociales de redes o de otras plataformas mediáticas, porque están para servir a otros intereses y causas jugosamente bien pagadas, aunque intenten disfrazarse de periodistas profesionales.

Toda esta artillería de ataques contra el honor y la integridad de los periodistas profesionales es un indicador elocuente de cuán relevante es el papel de la prensa en las sociedades democráticas.

Ella desmonta mentiras y artilugios de propagandistas políticos o religiosos y construye verdad y objetividad sobre los hechos que afectan a una sociedad, sin pretender sesgarlos, edulcorarlos o callarlos.
Felicitamos calurosamente a todos los periodistas dominicanos que han abrazado esta profesión con seriedad y responsabilidad.

Pero, en especial, a los del LISTÍN DIARIO que cada día se esfuerzan por mantener y defender una tradición de principios y de luchas por la libertad y el respeto de los derechos humanos, aun a costa de sufrir el injusto vituperio, la censura o el ataque artero de quienes pretenden estigmatizarnos y manchar nuestro sagrado compromiso con la verdad.

¿Son Chantajistas Los Periodistas?
Bajo la interrogante: ¿Son Chantajistas los periodistas?, el director del periódico El Día, José P. Monegro, hace una clara diferenciación de lo que es un chantajista y un periodista.

José P. Monegro.

Uno de los sacerdotes que participó en el Sermón de las Siete Palabras el Viernes Santo hizo mención a un fenómeno real y preocupante, pero erró en el sujeto.
Señalaba el sacerdote que hay “periodistas y comunicadores” que se dedican a utilizar informaciones reales, distorsionadas o inventadas para chantajear a personas.

Mucha gente tiene la misma impresión que ese sacerdote, por lo tanto es bueno aprovechar para hacer las siguientes precisiones:

1.- No hay un oficio de “comunicador” como tal, pues comunicar es parte consustancial a la condición humana. Sí hay profesionales que utilizan medios de comunicación de masas en alguna de las múltiples funcionalidades de los mismos.

2.- No todo el que usa un medio de comunicación es periodista. Es más, salvo los medios propiamente periodísticos, en la generalidad de los mismos los periodistas son los que menos los usan.
3.- La mayoría de los comentaristas que hay en medios electrónicos no ejercen el periodismo ni han estudiado periodismo.

4.- El género de opinión en periodismo tiene sus peculiaridades y sus técnicas, por lo que no se aplica al simple hecho de hablar o comentar sobre temas cualesquiera y sin ningún rigor.

5.- Las redes sociales son instrumentos de uso general.
Dicho todo eso, es propio dejar por sentado la mayoría de los que se dedican a las prácticas denunciadas por el sacerdote en el Sermón de las Siete Palabras provienen de otras profesiones.

Claro, en el periodismo hay que mejorar la parte ética y profesional del periodismo, pero no es para que se le carguen culpas ajenas…

Quizás esa denuncia nos obligue a que, como sociedad, empecemos a distinguir quién es periodista y quién no lo es para que así esta profesión solo cargue con sus culpas y no con las ajenas.

El sacerdote, como dije al principio, erró en el sujeto de su denuncia, quizás por el desconocimiento de quién es realmente periodista y cuándo una persona está ejerciendo el periodismo a través de un medio de comunicación de masas o masificado como son las redes sociales.

Denuncia la práctica de generar informaciones falsas o distorsionadas sobre funcionarios, empresarios o personalidades para llamar su atención y luego usar emisarios que piden altas sumas de dinero para dejar los atraques.

El caso OMSA es la prueba más pública de esa práctica y el involucrado no era periodista.

El mismo sacerdote señala que «el principal medio por donde operan estos individuos es a través de las redes sociales, por el impacto que estas causan y el morbo que genera presentar información negativa sobre alguien».

Por tanto, ya el propio denunciante deja establecido que el sujeto de su denuncia son los sicarios de honras, chantajistas profesionales que por no ser periodistas profesionales se anidan en medios electrónicos que dan cabida a todo o a las redes sociales donde caben todos.

El fenómeno que describe el sacerdote existe desde tiempos inmemorables, aún mucho antes de cuando existía la profesión de periodismo.

Simplemente se llama chantaje, cuya razón de ser es el temor del chantajeado de que se revele información que le atañe o que le pueden causar malestar a él o a los suyos.

El chantajista no tiene profesión.
Ojalá este señalamiento que hizo el sacerdote en el Sermón de las Siete Palabras motive definitivamente al Colegio Dominicano de Periodista a asumir con celo el fenómeno de los usurpadores del título de «periodista».

Tomado de N.com.do