“Hay un intercambio de narrativas, que mutuamente se amplifican y que multiplica su alcance porque tanto China como Rusia las comparten”, dijo Nicolás de Pedro, investigador del Institute for Statecraft de Londres, Reino Unido, en uno de los foros realizado este miércoles en la conferencia semestral de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Miami, EEUU — La guerra en Ucrania y el reforzamiento de las relaciones bilaterales entre China y Rusia “alinean” redes de desinformación que, según expertos, han penetrado en América Latina con el objetivo de legitimar en las audiencias de la región la acción bélica rusa contra su vecino país, y la retórica china que apela a las “hostilidad de occidente” en un mundo polarizado.
“Hay un intercambio de narrativas, que mutuamente se amplifican y que multiplica su alcance porque tanto China como Rusia las comparten”, dijo Nicolás de Pedro, investigador del Institute for Statecraft de Londres, Reino Unido, en uno de los foros realizado este miércoles en la conferencia semestral de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Ahondar en ‘La propaganda y la desinformación de China y Rusia en América Latina’ -que es como se tituló el encuentro- es clave para entender no sólo las dinámicas utilizadas por los dos países sino en los objetivos que persiguen ambas potencias, coincidieron los expertos en el foro, informa la Voz de América.
Para De Pedro los recursos “mediáticos y diplomáticos” que dedican estas dos naciones -en pugna con Occidente- para promover una propaganda en la que deslizan mucha desinformación se nota porque al medirlos son muy superiores a los destinados por los países occidentales.
Al analizar al detalle los mensajes que se cuelan, este experto sostiene que “Rusia y China apelan mucho al punto de que el orden que tenemos ahora (dominado por Occidente) es injusto y agresivo por lo que necesitamos algo mucho más democrático e inclusivo, y lo que están proponiendo es un orden que sea mucho más seguro para las dictaduras”, opina.
Impacto en Latinoamérica
Desde Argentina la periodista, Ludmila González Cerulli, investigadora de relaciones internacionales, sostuvo que hay muchos ejemplos y hasta mediciones de los alcances en cobertura que han tenido las redes de desinformación que transitaron desde la desinformación por COVID-19 a la guerra en Ucrania.
En el primer semestre del año pasado, dominado con la invasión rusa, el proyecto Ucranian Pack comenzó a identificar los bulos informativos y hacia dónde estaban dirigidos, para responder con verificados. Contabilizaron unos 2.900, dijo González Cerulli.
“Si comparamos entre países, Argentina fue el segundo país donde más circuló la desinformación de la guerra. En primer lugar estuvo Brasil, y después otros países de la región como Colombia, Chile, y más abajo Perú, Uruguay, Ecuador y Bolivia, Nicaragua y Honduras; Venezuela y Cuba no hay datos directamente”, apuntó.
La comunicadora coincidió con el investigador Nicolás de Pedro en que hay al menos dos tendencias claras para identificar los mensajes que envuelven la propaganda y desinformación. “Son narrativas desinformantes alineadas a Rusia que resaltaban precisamente los abusos de la política exterior de Estados Unidos”, dijo.
Al revisar los contenidos Ludmila González dice que predominan las teorías conspirativas, las falsas acciones militares, el supuesto vínculo del gobierno de Ucrania con el nazismo, el descrédito y la ridiculización de las fuerzas armadas ucranianas, dibujando a los efectivos militares de Ucrania como criminales, drogadictos entre otros descalificativos.
En este raudal de desinformación han descubierto también que “en la mayor parte, en un 48 % favorecieron a Rusia», otras noticias falsas también pudieron tender a favorecer a ucrania y otro segmento no tenía una aparente alineación en el conflicto, pero de igual desinformaba.
Una agenda estructurada
El experto Juan Pablo Cardenal, que por años ha profundizado en investigaciones sobre la penetración china en Latinoamérica, dijo que el trabajo del país asiático se ha cocido a fuego lento, pero con mucha efectividad desde la primera década de este siglo y que ya está sacando dividendos.
“Es algo muy bien estructurado”, opinó Cardenal, porque el país asiático ha ubicado las piezas para montar una narrativa sobre China, que cala en un entorno latinoamericano “donde es difícil entender en profundidad el modelo económico estatizado”, apunto.
La captación de elites en el sector político y económico es una de las claves, los que reciben becas y estancias programadas en China, aunado a los acuerdos institucionales de largo plaza con los Estados, de los que en muchos casos “se conoce muy poco”, explicó Cardenal.
Además del acercamiento con las clases gobernantes de la región también hay una apuesta clara hacia los medios de comunicación del que se desprenden acuerdos como los logrados con unos 30 canales latinoamericanos para «mejorar el entendimiento en las relaciones».
Para este experto esos acuerdos no llevan como objetivo la «democratización del espectro informativo, China lo que trata es de monopolizar el discurso sobre la China actual y presentarse como amable», puntualizó Cardenal al referirse a la estrategia global de medios del gigante asiático.
El presidente ruso Vladimir Putin ha mantenido una retórica de choque con Estados Unidos y los países europeos alineados a los que advertido de «una respuesta fulminante» si tratan de intervenir en la guerra.
El gobierno chino por su parte desde el inicio de la guerra ha mantenido posiciones ambiguas en el foro de la Organización de las Naciones Unidas y en lo que va de este año ha impulsado su relación bilateral con Rusia al punto de anunciar que «están listos para profundizar» una cooperación estratégica que incluiría acuerdos comerciales entre otros.