Por Elmer González Cavallo
El autor se denomina «El Patriota Sin Miedo», es además Arq./Urb. / Doctorado © AP-PP / Sociólogo territorial. Diplomado en Productividad, Crecimiento y Desarrollo Familiar. Ideólogo del Proyecto de Cooperación Internacional “Familias Sostenibles.”
Ha agradado en sobremodo la esencia de pareja y familia fuerte que presenta el connubio de Luis Rodolfo Abinader Corona, primer mandatario de la República Dominicana y su esposa Raquel Patricia Arbaje Soneh.
A través de su historia, este país caribeño ha demostrado gran devoción en los temas relativos a la familia.
En ese orden, fuera de interpretaciones y referencias políticas, a esta media isla le hacía falta ver expresado el valor de una familia presidencial nuclear, funcional y refrendada en el apoyo mutuo y sincero que se profesa esa pareja quienes muestran sin tapujos una relación sólida con un entorno familiar robusto que, sin dudas, es enmarcada en espontaneidades, aspectos que influyen notablemente en el sentido emocional y social del país.
En el último período, la sociedad dominicana ha ido desmitificando el enraizado enfoque de “Primera dama”.
En agosto del 2020, el Poder Ejecutivo disolvió el “Despacho de la Primera Dama” mediante el decreto 368-20.
Sin embargo, es preciso entender que esta figura, pese a que oficialmente su estatus no esta en el organigrama como una función pública oficial, constituye un papel determinante en la cotidianidad de un presidente, ante los retos de cualquier gestión de gobierno.
Raquel Arbaje, con gran empatía ha jugado un inusual papel de esposa-primera dama; con carácter disrruptor se ha colocado más en el lateral que en la retaguardia, apoyando (sin recursos públicos) el rol de su esposo y mejorando sostenidamente su imagen y los procesos de transformación.
Es probatorio entonces, que, en ese importante rol de conyugue del jefe de Estado y jefe de Gobierno, no solo interviene la cantidad de recursos empleados sino más bien la importancia que representa la adecuada cosmovisión que se pueda tener sobre el papel primario de la familia y la relación de este macro concepto con el Estado.
Esto demuestra que, lo importante en esencia, es ser primero Dama y luego Primera.
Y es entonces, en ese contexto que el concepto “Familia” deba ser considerado y asumido desde la esencia misma de la familia de los gobernantes como el elemento natural, universal y la base fundamental de la sociedad dominicana.
Se hace evidente que la inteligencia emocional y los gestos de complicidad positiva mostrados por el presidente y su especial consorte, constituyen lo que los estudiosos del concepto “Familia” denominan: familias fuertes, o familias saludables.
Un estudio realizado en la Universidad de Kentucky, Estados Unidos, encontró (12) características de estas familias saludables.
Entre esos factores se determina en primer orden el “Compromiso”: las familias fuertes se comprometen entre ellas mismas a la hora de involucrarse en el futuro de cada uno, de manera que se pueden establecer objetivos y desde allí trabajar para el logro de estos.
Como familia fuerte, Luis y Raquel, muestran un elevado “Positivismo” proyectando siempre que juntos buscarán lo bueno en cada cosa difícil que se esté pasando.
De igual manera se determina en ellos el “Aprecio Expresado” siendo esta una de las vertientes que caracteriza el significado de familia saludable. Ellos logran expresar abierta y verbalmente sus amoríos, es decir, le hacen saber a la sociedad por medio de sus palabras y acciones que son especiales e inexpugnables.
Un complemento positivo se produce en la personalidad de un presidente muy estructurado y una esposa jovial, con energía constante e invariable, aspecto que define la esencia del pívot en la Familia Primera de la Republica Dominicana.
Es evidente entre esta pareja, la buena comunicación, el estilo de vida saludable, la solidaridad, la fortaleza espiritual, y sobre todo mantienen un elevado Involucramiento con la comunidad, aspectos que coinciden con la investigación de esa prestigiosa academia norteamericana.
En ese contexto, es indudable que la diversión y naturalidad son valores agregados de la pareja presidencial dominicana.
Como patente descriptiva de familia saludable, Luis y Raquel se ríen juntos, tienen humor, muestran sinceridad y se divierten juntos, y esto es, porque genuinamente disfrutan de la compañía de cada uno de ellos.
Este es un caso muy diferente a las poses, besos falsos, oportunismos y rumores que hemos visto y escuchado en Latinoamérica en los últimos tres lustros.
Hay quienes piensan que está mujer “manilla” al presidente (término derivado de mánager). Es notorio que la Dama Primera se presenta como una compañera diamantina e inalterable decidida a ayudar e impulsar a su marido como dirían los de barrio de Villa Duarte: “puesta pa’ él”.
Él a su vez, transmite un inmenso amor y respeto por su familia, sobre todo por la figura de su esposa y sus hijas.
La verdad es que con Raquel se cumple aquello de la compañera ideal. Una primera dama “Popi” auto-confesa», que logra humanizar el puesto, siendo infrangible, sencilla, doméstica y que suma poder. Esa imagen de la familia del palacio es un activo axiológico del constructo sobre la familia para el país además de representar un pilar mercadológico infalible.
Sin pretender profundizar, la dupla presidencial, posee una robusta estructura familiar con evidenciada fortuna material, sin embargo, lucen ser normales, lucen ser amigos, representan un verdadero tándem. Parecen ser deportistas de un mismo equipo que suelen jugar muy compenetrados.
Más allá de banderías, el espontáneo “Piquito” muestra una imagen muy positiva para el país. ¡¡un buen referente para los aprestos de hacer familia, y así impulsar la patria!!