Los cuatro periodistas acogidos este año son Teresa Montaño (México), Waldo Fernández (Cuba), Óscar Parra (Colombia) y una reportera nicaragüense que prefiere mantenerse en el anonimato por cuestiones de seguridad.
Bogotá, Colombia — A Teresa Montaño Delgado, fundadora y directora de la plataforma de investigación The Observer, la vida le ha cambiado completamente por denunciar escándalos públicos en su México natal. Debido a represalias por su trabajo periodístico ha padecido lo que ella denomina una “muerte social”.
El año pasado, la despidieron como corresponsal del diario El Heraldo de México “por presiones del Gobierno”, denuncia. Posteriormente fue víctima de un secuestro exprés.
“Desde noviembre de 2019, yo empecé a recibir muchas presiones del Gobierno, del Estado, por trabajos que estaba publicando en la plataforma Observer, pero al mismo tiempo, empecé a recibir órdenes de mis jefes, que yo creo que son como contraórdenes para un periodista, en el sentido de que el Gobierno del Estado, del Estado de México, estaba pidiéndoles a ellos que dejara de presentar solicitudes de información”, dijo la periodista en entrevista a la Voz de América.
Finalmente, en febrero de 2020 fue obligada, cuenta, a firmar una carta de renuncia, tras publicar una investigación sobre contratos millonarios para el alquiler de coches por parte del Estado de México para funcionarios y reporteros.
Sin embargo, tras ser presionada por abogados- dice que decidió no firmar y, en este momento, afirma que no ha recibido ninguna retribución económica y que continúa recibiendo presiones del Gobierno del estado.
Pero, además, señala que ha demandado un “despido injustificado ante las autoridades del Estado, del país, de autoridades del trabajo” y, hasta el momento, ninguna investigación ha avanzado.
Pero no terminó ahí la persecución. En agosto de 2020, la periodista fue víctima de un secuestro exprés, en la ciudad de Toluca. Recuerda que se subió a un taxi, y luego le quitaron sus tarjetas, robaron su dinero y un vehículo. Ademas, fueron a su casa y robaron computadores, grabadoras, cámaras.
“Hubo dos momentos que me dijeron que yo era periodista, pero no como pregunta sino como afirmación. Yo recuerdo que fue cuando más miedo sentí, porque yo todo el tiempo lo negué”, cuenta Teresa.
Desde allí, solo ha vuelto a su casa a recoger ropa en dos ocasiones porque aún siente miedo: “Hoy y también pesa una amenaza de muerte y el gobierno del Estado no ha resuelto el caso. Yo no puedo regresar a mi casa porque me van a matar”, señala la periodista mexicana.
Montaño es una de los cuatro profesionales que este año hacen parte del Programa de Acogida Temporal de Periodistas Latinoamericanos, que celebra cada año gracias al apoyo del Ayuntamiento de Madrid.
¿En qué consiste?
El Programa de Acogida Temporal de Periodistas Latinoamericanos es una iniciativa que parte de la organización Reporteros sin Fronteras España. Y nace “con la percepción de que la libertad de prensa se deteriora progresivamente en la región y que es necesario aportar herramientas por nuestra parte para aliviar esa presión que sufren los periodistas latinoamericanos en algunas áreas más que en otras, pero de una forma bastante extendida en el continente”, según explicó Edith Rodríguez Cachera, vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras España, a la VOA.
La idea, dice Rodríguez, es que la organización invite a los periodistas a formarse en España, pero también a alejarse de sus hostigadores, ya que los profesionales seleccionados para el programa son aquellos a los que se les comprueba que son agredidos o amenazados y están en situación de riesgo.
Según Edith, “lo habitual es gente muy impresionada, muy hostigada, gente que ejerce su profesión con hostigamiento constante, con amenazas constantes, con un desgaste profesional duro porque está en zonas hostiles, porque es acosado por agentes estatales, por paramilitares, por crimen organizado y porque son personas que están en una especie de gota malaya o de ejercer un periodismo bajo presión agotador, luchando contra los elementos Y que si efectivamente algún día puede acabar mal”.