Actualmente, en la República Dominicana, vivimos un clima incierto. Hay un dicho que dice: “los jóvenes son el futuro del país. Pero,” ¿el país está haciendo todo lo posible para que a esos jóvenes se les den las mejores condiciones en las escuelas para ser ese llamado “futuro”?
Las últimas semanas han sido de grandes controversias y debates; señalando, buscando e investigando quién es el culpable de que los niños y jóvenes en las escuelas no tengan supervisión, de que ellos no tengan control, de que las cosas que hacen se están saliendo de las manos.
Los “adultos” a cargo de tomar las decisiones y de asegurarse que el ambiente estudiantil sea lo suficientemente capacitado para enfrentar estas situaciones son los primeros en quitar la mirada, en atribuir la culpa al otro, en señalar al otro, creando un círculo vicioso en donde solo se trata de buscar culpables, pero no soluciones.
En las últimas semanas, lamentablemente, se han hecho punto de debates de comentarios, de tuits, de todo tipo de opiniones a través de las redes sociales y conversaciones, las razones por las cual jóvenes estudiantes de escuelas públicas del país se han visto envueltos en este tipo de controversias, lo que muestra la falta de supervisión que existe en estos recintos por parte de los “adultos” que deberían de estar ejerciendo esta función.
Este debate no solo queda en quién debería de cuidar a estos jóvenes en la escuela. Va más allá de ese punto. También está en disputa pública la integridad de los padres, quienes son los principales cuidadores y protectores de estos niños expuestos a situaciones de mayores a tan poca edad, y a los que señala el público como los culpables de este suceso por la falta de atención y crianza.
Pero, además, por estar en un plantel educativo público, cae también en la sombra que cubre el paraguas del gobierno, cae entonces otro argumento en boca del público, ¿Qué está haciendo el gobierno dominicano para poder controlar estas crisis, cómo evitarlas y cómo ayudar a los jóvenes involucrados?
Creo que esperábamos más. Pero, como siempre, nuestras expectativas son altas para un sistema político que siempre nos defrauda. Todavía seguimos esperando planes de acciones que se pongan en práctica no solo en el habla; planes que se pongan en práctica para resolver esta problemática, que no es nueva, y de la cual solo se habla porque es tendencia.
Como nación, debemos tratar de buscar más soluciones y menos culpables, no seguir en ese círculo vicioso en el que siempre caemos y no encontramos salida, señalando culpables, buscando quién debió estar y no estuvo, quién faltó o quién falló.
Este tipo de situaciones dejan en evidencia la falta de compromiso, la falta de obligación y la falta de responsabilidad que tenemos frente al futuro de nuestra nación. Todavía estamos a tiempo como país, como comunidad, como pueblo, de buscar soluciones y de brindarles espacios seguros a los jóvenes y niños que solo necesitan adultos responsables que velen por su bienestar.
Ahora, ¿estaremos dispuestos a buscar soluciones? Esa es la gran pregunta.