Trump fue el primer candidato presidencial de nuestros tiempos que se negó a presentar esta información e incluso luchó ante los tribunales para impedir que diversas instancias le obligaran a hacerlo.
Washington, Diana Negre*
Quienes esperaban que el Tribunal Supremo, controlado por una mayoría conservadora de 6 frente a 3 progresistas, actuaría sistemáticamente de forma favorable al presidente Trump, se llevaron una desagradable sorpresa esta semana, cuando sus nueve magistrados votaron de forma unánime para obligar al expresidente a presentar ante los tribunales sus declaraciones de impuestos.
Probablemente también fue una sorpresa para el propio Trump, quien lleva ya siete años ocultando sus declaraciones fiscales, algo realmente nuevo en el mundo de la política: aunque no hay obligación de hacerlo, prácticamente todos los candidatos para cargos de mayor o menor responsabilidad hacen pública su situación económica y divulgan sus declaraciones de Hacienda.
Trump fue el primer candidato presidencial de nuestros tiempos que se negó a presentar esta información e incluso luchó ante los tribunales para impedir que diversas instancias le obligaran a hacerlo. Al final, el asunto llegó al Supremo, un tribunal con una mayoría republicana y con varios magistrados nombrados por el propio Trump y allí, contrariamente a las previsiones generalizadas e incluso a lo que temía el Partido Demócrata, Trump perdió el apoyo y no le quedan ya instancias para seguir ocultando sus declaraciones.
Aparte de las consecuencias que esta situación puede tener para su candidatura política, hay un hecho muy llamativo y, por el momento, inexplicable: una vez dada la noticia, ni la prensa progresista ni los escasos medios conservadores que apoyan a Trump, se hicieron eco de la situación.
Y no es que no merezca un buen análisis informativo, toda vez que los rivales neoyorkinos de Trump, que son abundantes, ya han empezado procedimientos legales contra él por cuestiones fiscales y esperan sacar informaciones jugosas que aumenten sus posibilidades de, por lo menos, dar al traste con las ambiciones políticas de Trump y, en el mejor de los casos para estos enemigos de Trump, conseguir una condena por causas penales.
Es una lucha sin cuartel y desde hace tiempo entre el expresidente y sus enemigos políticos -¿o tal vez económicos- y, por ahora, Trump ha conseguido salirse con la suya… hasta el momento en que el máximo tribunal del país, cuya composición es en buena parte obra suya pues nombró a tres de sus actuales magistrados, falló contra él.
Trump reaccionó con su estilo habitual, denunciando al tribunal que había sentenciado en contra suya y que, según sus palabras, se ha convertido en un elemento de maniobras políticas y ha perdido toda credibilidad.
La casi nula reacción de los medios informativos podría ser resultado del calendario, pues esta ha sido la semana del Thanksgiving, el Día de Acción de Gracias que reúne a través del país a familiares y amigos como ocurre con la Navidad en Europa, pero más bien parece producto del desconcierto: entre los demócratas, porque les será difícil seguir acusando de partidismo al máximo tribunal del país y entre los republicanos porque tienen ya bastante trabajo en sacar provecho de la ajustada victoria electoral y no es hora de dedicarse a un candidato presidencial con perspectivas escasas y problemas abundantes.
*Diana Negre, periodista, escritora, editora, veterana excorresponsal en la Casa Blanca de múltiples medios en Europa y América Latina.