Durante su homilía del Miércoles de Ceniza, Francisco subrayó que “La ceniza nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida: sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos.”
Ciudad del Vaticano — El Papa Francisco recordó que la Cuaresma es un tiempo especial de conversión para “reconciliarnos con Dios”, y animó a vivir estos días con oración, ayuno y limosna.
Así lo indicó el Sumo Pontífice durante la homilía de la Misa del Miércoles de Ceniza, que presidió en la Basílica Santa Sabina en Roma.
La Eucaristía, en la que el Pontífice presidió el rito de imposición de las cenizas, que él a su vez recibió de manos del Cardenal Mauro Piacenza, estuvo precedida por una procesión penitencial, informa ACI-Prensa.
La procesión comenzó en la iglesia de San Anselmo all’Aventino, y en ella participaron Cardenales, obispos, los monjes de esta iglesia y los dominicos de Santa Sabina.
En su homilía, el Papa Francisco resaltó que “el rito de la ceniza nos introduce en este camino de regreso, nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos”.
“La ceniza nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida: sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos”, subrayó el Papa.
“Nosotros tenemos la vida mientras que Él es la vida. Él es el Creador, mientras nosotros somos frágil arcilla que se moldea en sus manos. Nosotros venimos de la tierra y necesitamos del Cielo, de Él. Con Dios resurgiremos de nuestras cenizas, pero sin Él somos polvo”, aseguró el Santo Padre.
“Cuántas distracciones y superficialidades nos apartan de lo que es importante. Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta, alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de nuestro ser en el mundo”, advirtió.
El Papa destacó asimismo que “la Cuaresma ciertamente es el tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad”.
La Cuaresma, continuó, “es un tiempo de verdad para quitarnos las máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo; para luchar, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las nuestras”.
“La ceniza que hoy recibimos en la cabeza nos dice que cada presunción de autosuficiencia es falsa y que idolatrar el yo es destructivo y nos encierra en la jaula de la soledad”, remarcó el Papa Francisco.