El desprecio a la vida y el irrespeto a la ley y a la autoridad pública desafiaron al sentido común en calles, barrios, balnearios y playas del país en medio de la emergencia por la tormenta Franklin y los esfuerzos del gobierno por la seguridad pública.
Qué enorme calamidad, / la de un grupo de insensato. / No hay respeto en la maldad, / con hijos del desacato…
Por Cantaclaro
Con el afán del Gobierno, de alertar en la tormenta, se le desata el infierno, en medio de la emergencia. Las calles “estaban prendías”, con agua, viento y “teteo”. Y algunos se revolvían, en tragos, “draggeo” y “jukeo”. En playas, calles y arroyo, el afán por el escape. Aunque se los lleve el royo, ¡La vida es un disparate! Qué enorme calamidad, la de un grupo de insensato. No hay respeto en la maldad, con hijos del desacato... Lo mismo de los "waowao", allá en la Lincoln, señores; que "los popis" de allí al lao, en Villa Duarte, y menores. Alegre sigue el desorden, y el irrespeto del buey. En la vida y este “orden:” ¡Como chivos y sin ley...!