El siglo XXI en las Américas está marcado por la contradicción de la institucionalización de la democracia por la Carta Democrática y el incremento de los regímenes dictatoriales. (Foto: Fuente externa).

Los ciudadanos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia votan pero no eligen. El votar pero no elegir es la característica fundamental de las “dictaduras electoralistas”.

Por Carlos Sánchez Berzaín*
Elecciones no son democracia, son solo un elemento de la democracia. Para que las votaciones sean “elecciones” deben ser “periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”.  Y, para que sean elecciones en democracia, deben realizarse con la concurrencia del “respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales, vigencia del estado de derecho, separación e independencia de los poderes públicos y ejercicio de libre organización política”.

La realización y reconocimiento de elecciones sin condiciones de democracia es la exitosa coartada de las dictaduras para continuar detentando el poder. Debemos insistir en que la democracia en las Américas está institucionalizada como un “derecho de los pueblos” en el artículo primero del tratado constitutivo del 11 de septiembre de 2001 denominado Carta Democrática Interamericana.

La democracia no es un concepto en debate ni sujeto a interpretaciones, se trata de un sistema mandatorio, con elementos esenciales específicos, reconocido como “esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”. El contenido de la Carta Democrática Interamericana es ley principal y de cumplimiento obligatorio en cada uno de los países de las Américas.

Es la democracia representativa cuyos elementos esenciales, contenidos en el artículo tercero, son “entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

El siglo XXI en las Américas está marcado por la contradicción de la institucionalización de la democracia por la Carta Democrática y el incremento de los regímenes dictatoriales. Un importante avance en el reconocimiento del derecho de los pueblos acompañado del más grande retroceso que presenta la continuidad de la dictadura de Cuba y la expansión de su sistema haciendo de Venezuela, Nicaragua y Bolivia nuevas dictaduras, con Ecuador que fue sometido al mismo oprobio por más de diez años y con toda la región con su democracia amenazada por las conspiraciones del sistema dictatorial del socialismo del siglo XXI o castrochavismo.

Las dictaduras de las Américas en el siglo XXI se han expandido y se mantienen como tales manipulando la democracia, usando sus mecanismos y ventajas hasta penetrarla, someterla, destruirla y pretender suplantarla.

Para eso utilizan las elecciones para acceder al poder desde donde destrozan la institucionalidad democrática por medio de constituyentes o reformas en las que implantan los mecanismos dictatoriales como avances populares o sociales. En las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, hoy no existe sufragio universal porque con las constituciones y leyes del régimen, han hecho desaparecer la igualdad de los ciudadanos que además no pueden ejercer libertad en los procesos electorales convertidos en simples votaciones.

Los ciudadanos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia votan pero no eligen. El votar pero no elegir es la característica fundamental de las “dictaduras electoralistas” que el castrochavismo ha impuesto y sostiene y que la comunidad internacional insiste en tratar como democracias con algún adjetivo adicional como “en crisis…en consolidación…. Imperfecta…de partido único !?”

No hay democracia a medias, no podemos aceptar ni se parte del sofisma de llamar democracias con algún adjetivo de simulación a regímenes que tienen presos y exiliados políticos, que manipulan la justicia para perseguir, que violan los derechos humanos con leyes que aprueban con ese propósito y que han institucionalizado el fraude para detentar el poder indefinidamente. Por su propia seguridad y legitimidad los líderes y las democracias del mundo no pueden seguir aceptando democracia parcial, democracia a medias o algo de democracia y de esta manera ser parte de la impunidad de los dictadores de las Américas.

En este contexto, Bolivia repite elecciones sin democracia para cuatro gobernadores, donde la gente vota pero la dictadura definirá los resultados. Ecuador elige entre continuar el fortalecimiento de su democracia rescatada por el gobierno de transición de Lenin Moreno o retornar a la dictadura castrochavista con el caballo de Troya que ha impuesto Rafael Correa. Perú fraccionado y confuso, pero aún en condiciones de democracia elegirá las dos opciones con las que avanzará a la segunda vuelta para tener un presidente.

*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

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