
Por el doctor Alejandro Asmar
Articulista invitado
Santo Domingo, República Dominicana.- En momentos en que nos acercamos y preparamos para un traspaso pacifico de mando, donde las autoridades viejas se van y las nuevas entran, es muy necesario tomar en cuenta las diferencias entre una declaratoria de emergencia sanitaria y una proclamación de emergencia nacional.
La primera tiende a salvar vidas, sin afectar el desenvolvimiento normal de la vida ciudadana y la actividad económica, tan necesarias tras la parálisis de la economía fruto de la pandemia. La segunda infunde miedo, crea tensiones con los subsecuentes atropellos e intimidaciones propias del patrullaje policiaco-militar, donde cada ciudadano en la calle es un sospechoso que debe ser detenido y revisado.
En la emergencia sanitaria, el ciudadano es el protagonista y es quien toma el control de la situación al mantener por motus propio la disciplina del distanciamiento social, al usar mascarillas y evitar las aglomeraciones que son caldo de cultivos del coronavirus.
La emergencia sanitaria se impone por la razón y por la voluntad de la conciencia colectiva. La emergencia nacional se impone por la fuerza, la intimidación del toque de queda y la coerción militarista. Es obvio que la primera es más democrática que la segunda. Y de eso se trata: de inaugurar un nuevo mandato presidencial honrando más a los procedimientos democráticos.
La emergencia sanitaria se abre a las sanas posibilidades de la economía, abre ventanas de oxígeno para que la gente no perezca económicamente. Es selectiva en el cierre (cines, colmadones, discotecas, centros educativos). Mientras que la emergencia nacional es absolutista poniendo candado a todo, cierra la vida y lo cierra todo con sus obstáculos odiosos y sus restricciones asfixiantes.
Pudiéramos volver al toque de queda desde las 8 de la noche hasta la 5 de la mañana y los fines de semana desde las 12 del mediodía del sábado hasta el lunes a las 5 de la mañana.
Los ciudadanos debemos ser más conscientes y tomar las medidas de precaución necesaria para evitar el colapso.
Ahora no sería conveniente el cierre del país ya que hay muchos negocios que han quebrado y personas que están pasando hambre la realidad actual es la siguiente:
Los bancos vendieron una cosa con los préstamos e hicieron otra. La luz está más cara. La gasolina está más cara. Las farmacias las pastillas de la presión de 1,700.00 la subieron a 2,100.00.Todo en los supermercados está al doble y etcétera.
Solo nos resta pedir Dios que nos salve y aparezca una cura rápido pues muchos podrían optar por morir en la batalla y no de hambre.