Para que se vea cuán difícil ha sido ejercitar y defender esta libertad, el mapa mundial presenta muchos puntos oscuros. (Imagen: Fuente externa).

El gran error de muchos es pensar que esta es una libertad válida y propia para la élite de los medios, cuando en realidad es el eslabón principal de otras libertades que, al debilitarse o morir, dan paso a la sociedad del oscurantismo y el oprobio.

Por Miguel Franjul*

La comunicación libre de las ideas y las opiniones es el gran cuco al que temen los gobernantes tiránicos y las partes que se envuelven en una guerra a muerte.

Actos para suprimir ese derecho de los medios y los ciudadanos, lo que en gran medida han logrado estas fuerzas enemigas, son los que hoy empañan la conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa.

El gran error de muchos es pensar que esta es una libertad válida y propia para la élite de los medios, cuando en realidad es el eslabón principal de otras libertades que, al debilitarse o morir, dan paso a la sociedad del oscurantismo y el oprobio.

Como los medios actúan como escudos de esos derechos humanos, no únicamente los que atañen a la libre expresión de las ideas, los disparos para aniquilarlos o las trampas para cercarlos, son las vías preferidas de tiranos y países en guerra para que la verdad de sus fracasos o sus propias mentiras, queden silenciadas por la represión.

Para que se vea cuán difícil ha sido ejercitar y defender esta libertad, el mapa mundial presenta muchos puntos oscuros.

La libertad de prensa trata de sobrevivir a costa de valentía y sacrificio.

Un botón de muestra, en América Latina, es Nicaragua, con su dictadura sandinista.

Allí, como en otros lugares del Continente, el acoso se manifiesta en 661 ataques directos como la confiscación o medidas de censura contra medios y periodistas, encarcelamientos y condenas de hasta más de 15 años de prisión y el exilio de más de 75 periodistas.

En México, van 10 periodistas asesinados en el último semestre, mientras persiste una sistemática campaña de descrédito promovida desde el gobierno, lo que contribuye a vulnerar más el ejercicio del periodismo en un ambiente de hostilidad generalizada.

La libertad de prensa, como se ve, está en el clímax de los más desembozados ataques y trata de sobrevivir a costa de valentía y de cualquier sacrificio, esquivando con la verdad de la palabra a los que pretenden asfixiarla y barrer con la democracia y las demás libertades que le dan sustento.

¡Un aplauso para todos los periodistas que se han convertido en soldados o mártires de esta hermosa causa!

Para que se vea cuán difícil ha sido ejercitar y defender esta libertad, el mapa mundial presenta muchos puntos oscuros.

*Miguel Franjul es director del periódico Listín Diario, decano de la prensa nacional.