Con sólo el 8,4% de la población mundial, la región ha registrado el 27,8% de las muertes por COVID-19, destacó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL. (Foto: Fuente externa).

“Las medidas de protección social han evitado un mayor aumento de la pobreza y pobreza extrema, pero hay un retroceso de doce años en la pobreza y de 20 años en la pobreza extrema”, afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, en su informe reciente.

Santiago de Chile–Un año después de la llegada del coronavirus a América Latina y el Caribe, la pobreza, la desigualdad y el desempleo avanzaron a un ritmo sin precedente en la región, convirtiéndola en la más afectada por el COVID-19 en el mundo.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó un análisis del impacto de la pandemia que alerta una vez más sobre los problemas estructurales en los países de la región y llama a invertir en un estado de bienestar y una sociedad del cuidado.

El informe, intitulado «Panorama Social de América Latina 2020», da cuenta de una contracción del Producto Interno Bruto regional de 7,7% y del cierre de 2,7 millones de empresas así como el incremento del desempleo, que afecta en mayor escala a las mujeres.

Demasiadas muertes
Añade que con sólo el 8,4% de la población mundial, la región haya registrado el 27,8% de las muertes por COVID-19, destacó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL durante la conferencia de prensa de divulgación del documento.

En este sentido, Alicia Bárcena subrayó la importancia de adoptar sistemas universales de protección social.

Luchar contra la pobreza y la desigualdad es, según la CEPAL, clave para un desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe.

“Esto quiere decir cubrir a toda la población al margen del tipo de su inserción en el mercado laboral u otras características personales. Un sistema de protección social debe darle acceso a la salud universal a todas las personas, eso no puede depender del ingreso, la salud debe ser un bien público universal”, recalcó Bárcena.

Problemas estructurales
Bárcena explicó que la emergencia sanitaria profundizó las desigualdades estructurales que a lo largo de los años han dado como resultado altos niveles de informalidad, falta de protección social y baja productividad.

Además, la pandemia evidenció graves carencias y fragilidad en los sectores de la salud, la educación y los cuidados. Del mismo modo, magnificó la división por género del trabajo y el sector de los cuidados, revirtiendo la inclusión de la mujer en el mercado laboral a niveles de hace una década.

Las medidas de emergencia
El estudio señala que todo esto ocurrió a pesar de las medidas de emergencia que tomaron los gobiernos para encarar la crisis y más aún, advierte que la pobreza y la pobreza extrema seguirán creciendo hasta un punto que no se había observado en muchos años.

“Las medidas de protección social han evitado un mayor aumento de la pobreza y pobreza extrema, pero hay un retroceso de doce años en la pobreza y de 20 años en la pobreza extrema”, dijo la responsable de la CEPAL.

Detalló que esas medidas cubrieron a cerca del 50% de la población y costaron unos 86.000 millones de dólares entre marzo y diciembre del año pasado. Sin embargo, la cifra de latinoamericanos pobres que viven con un ingreso máximo de tres veces la línea de pobreza llegó a 491 millones, es decir, el 80% de la población de la región.

Bárcena enfatizó que, no obstante insuficientes para detener la crisis, estas medidas han ayudado a paliarla de alguna manera, así sea mínima, permitiendo que la población beneficiada con transferencias de dinero y otras ayudas satisfaga sus necesidades vitales.

“De no haberse implementado, la situación sería peor”, aseveró.

Que se mantenga la ayuda
En este renglón, la CEPAL considera imprescindible que se mantengan al menos todo el 2021 las transferencias monetarias de emergencia: “Hemos demostrado que son importantes, pertinentes y necesarias para contener la pobreza, pero tenemos que aumentar su nivel y cobertura”, abundó Bárcena.

De cara al porvenir de la región, señaló varios desafíos: “en primer lugar, una agenda de cooperación para lograr “un acceso más equilibrado, equitativo, simétrico a las vacunas. Todo va a depender de cómo podremos vencer pronto a esta pandemia, porque todavía no ha pasado”.

También instó a abordar la situación de las mujeres, el colectivo más afectado, con la intención de crear una sociedad del cuidado para que puedan regresar al mercado laboral.

La secretaria ejecutiva exhortó a los países de la región, sobre todo a los que producen materias primas, a “invertir para cerrar las brechas estructurales y apuntalar los estados de bienestar y las sociedades del cuidado”.