El telescopio James Webb permitirá entender cómo se formó el universo y si hay posibilidad de vida en alguna galaxia. Foto: NASA / Cortesía.

El telescopio fue lanzado este Día de Navidad.

Washington, DC. – La NASA lanzó al espacio este 25 de diciembre el telescopio más grande de toda la historia, con el que pretende avistar los confines del universo. Un experto chileno del proyecto lo explica a la VOA.

¿Cómo se formaron las primeras galaxias? ¿Y la Tierra? Son preguntas que aún no tienen respuesta aunque hay muchas teorías al respecto. Sin embargo, un ambicioso proyecto aeroespacial que está a punto de convertirse en realidad pretende arrojar algo de luz sobre estas interrogantes humanas.

Se trata del telescopio espacial James Webb, el más grande y poderoso de toda la historia. Su lanzamiento, previsto para el 25 de diciembre, supone un antes y un después en la historia aeroespacial, sobre todo por el tipo de información que los ingenieros y científicos esperan obtener gracias a la puesta en marcha de este observatorio espacial.

“Es un telescopio gigante, estamos hablando de un telescopio del tamaño de una cancha de tenis, que va a poder observar el espacio en unos colores que ni tú ni yo podemos ver”, explicó Ernesto Espinoza, del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial en Baltimore, Maryland, y uno de los miembros del proyecto en los últimos dos años en su desarrollo.

En la reseña de la VOA, agrega que, «es un nuevo ojo al universo que simplemente va a revolucionar lo que conocemos de la astronomía hasta la fecha.»

El proyecto se ha podido llevar a cabo gracias a la colaboración de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Canadiense.

“Primero es histórico, porque lanzar un telescopio de este calibre al espacio es algo que nunca hemos sido capaces de hacer. Segundo, es revolucionario en tanto que va a agregar preguntas nuevas que ni siquiera teníamos en la mente”, comentó Espinoza durante una entrevista con la Voz de América desde Parkville, Maryland.

Es una máquina del tiempo

Este telescopio se podría comparar perfectamente con una especie de “máquina del tiempo”, según dicen los expertos en la materia. “Sí, es una máquina del tiempo porque nos permitirá ver las primeras galaxias, las galaxias que se formaron cuando se formó el universo”, dijo el astrónomo de 34 años, oriundo de Chile.

Las galaxias, cada vez más, se están alejando de la Tierra por un fenómeno que aún se desconoce. “Es un misterio de por qué sucede eso exactamente y en astronomía hay un gran debate sobre cómo funciona el universo a gran escala y por qué se expande”, explicó Espinoza.

Hasta ahora ha sido imposible observar las primeras galaxias localizadas “a millones de años luz”, ya que la tecnología y los telescopios que se han enviado al espacio tenían limitaciones y no podían alcanzar espacios tan lejanos.

“Mientras más lejos puedas ver, irás más atrás del tiempo. Y esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de ‘máquina del tiempo’, ya que nos permitirá ver las primeras galaxias y algunos detalles”, dijo Espinoza, convencido de que se podrá descubrir “cuánta luz emiten” las galaxias, si “fueron más brillantes al principio o muy débiles” y “cómo fueron esas primeras estrellas” del universo.

Entender cómo es el universo en el que vivimos

Espinoza, que estudió astronomía en la Universidad Católica de Santiago de Chile y más tarde cursó el doctorado en astrofísica, insiste en la idea de que este observatorio espacial “va a permitir entender el universo de gran escala de una manera que no hemos tenido la posibilidad antes”.

“Quizás vamos a encontrar una nueva física que no conocíamos antes y vamos a poder entender cómo es el universo en el que vivimos y cómo nosotros llegamos a donde estamos hoy en día”.

El telescopio, que ha tardado 20 años en desarrollarse con un costo aproximado de 10.000 millones de dólares, fue bautizado con el nombre de James Webb en honor al segundo administrador de la NASA. Bajo su dirección, la agencia federal lanzó uno de los proyectos más ambiciosos hasta ese momento, el Apolo, con el que se enviaría por primera vez un ser humano a la Luna.