"...los problemas a que se enfrentaba el expresidente siguen estando ahí y las soluciones que no encontraba Trump, tampoco las ha encontrado hasta ahora Biden. Parece que es muy difícil encontrar lo que no existe." (Foto: Fuente externa).

Mutatis mutandis se podría decir que en los EE.UU. los arrieros han sido las dos mitades – republicana y demócrata – del país. Soportaron – “tragaron”- a Trump y al final lo defenestraron. Pero ¡a qué precio!

Washington, Diana Negre

El presidente Trump se convierte en historia y Joe Biden toma el timón de la política norteamericana que, si en las cuestiones internacionales se presenta a grandes disyuntivas, en el panorama de la política interior la situación es, por lo menos, igualmente compleja.

La situación del último cuatrienio se parece mucho – quizá demasiado – al cuento de los hermanos Grimm “Los arrieros y el sapo”.

En este relato dos arrieros se ven sorprendidos durante el camino por el un repugnante sapo que ha saltado en la banqueta entre ellos. Los dos se estremecen de asco y uno le dice al otro: “Si te lo comes, te doy 5 ducados”. Dicho y hecho. El desafiado agarra el sapo y se come de un bocado la cabeza del batracio. Se le revuelven las tripas, vomita y lleno de rabia le dice al otro: “te perdono la apuesta si te comes el resto”. Y el otro se traga el resto y también se pone a vomitar. Moraleja del cuento: los dos se tragaron un sapo y ninguno ganó nada.

Mutatis mutandis se podría decir que en los EE.UU. los arrieros han sido las dos mitades – republicana y demócrata – del país. Soportaron – “tragaron”- a Trump y al final lo defenestraron. Pero ¡a qué precio!

La nación está amargamente dividida, cabalgando intolerancias e incompatibilidades rayanas en la guerra civil y del episodio trumpista lo bueno que pudo haber habido – porque siempre hay algo bueno hasta en la peor de las crisis – no quedará nada porque el odio imperante se centra mucho más en el revanchismo (o el empecinamiento) que en sacar conclusiones provechosas, hacer enmiendas urgentes y, en fin, promover el país un poco más.

Con el agravante de que en esta ocasión y a diferencia de los años de la postguerra civil los desafíos políticos, económicos, sociales y sanitarios requieren más esfuerzos conjugados y cooperación que nunca.

Pero parece que lo que los ciudadanos de la nación más poderosa del mundo lo que quieren es comerse un sapo.