Pero a pesar de lo importante que es esto, poco significa mientras no haga una guerra total. Y es que Putin tiene soldados a los que puede mandar a morir, pero le falta el dinero para pagarlos.
Madrid, Valentí Popescu
La invasión rusa de Ucrania ha puesto a la vista de todos un viejo dilema, repetido para tiempos modernos: se trata del Nudo Gordiano, el famoso nudo de hace 25 siglos, que nadie podía deshacer a pesar de los fabulosos tesoros que se ofrecía a quien lo pudiera hacer.
Lo que tenemos ante nosotros es una versión moderna de este nudo, en que están enlazadas las pretensiones rusas y las ambiciones occidentales.
El presidente ruso Vladimir Putin tiene una serie de ventajas, además de una parte de razón desde la perspectiva histórica rusa.
Su mayor ventaja es que está haciendo una guerra dentro de su casa donde ejerce el control, con sus ejércitos y con una ventaja militar indiscutible.
Pero a pesar de lo importante que es esto, poco significa mientras no haga una guerra total. Y es que Putin tiene soldados a los que puede mandar a morir, pero le falta el dinero para pagarlos.
En el otro lado está la OTAN, con una situación totalmente contraria: tiene cuando dinero necesita, pero no hay soldados y, menos aún, dispuestos a morir por Ucrania.
Una prueba clave de que éste es el estado de cosas, es la actitud china. En el Consejo de Seguridad ni votó a favor ni utilizó su derecho de veto, sino que se abstuvo.
Es porque quiere seguir creciendo y para esto necesita el dinero occidental, la tecnología occidental y la energía oriental
¿La solución? Si no resucita Alejandro Magno, no la hay.