En una de dos dramáticas llamadas telefónicas, Jovenel Moïse, gritó al jefe policial haitiano, Leon Charles: “Mi vida corre peligro, ven y sálvame”, revela el diario The Miami Herald, poco antes de que un comando armado penetrara a su residencia y lo asesinara.
Miami, Florida—.-“¡Necesito tu ayuda ya! Mi vida corre peligro. Ven rápido. Ven y sálvame la vida”, habría expresado Moïse vía telefónica al jefe de la Policía de Haití y a otro oficial, que igual no actuaron ante el llamado minutos antes de ser asesinado, el miércoles 7 de julio.
La llamada al responsable de la Policía, la cual habría hecho el mandatario a la 1:34 de la madrugada, supuestamente le decía “Están disparando cerca de la casa (…) ¡Moviliza a la gente!”.
La balacera en la mansión presidencial inició cuatro minutos antes de la primera llamada, a las 1:30 de la madrugada del miércoles, de acuerdo con vecinos de la zona que escucharon los disparos.
Mientras a otro oficial, el presidente Moïse, también vía telefónica, le preguntó “¿dónde estás?”. Este le habría respondido: “Señor, Presidente.”
“¡Necesito tu ayuda, ahora!”, dijo el mandatario. “Mi vida está en peligro. Ven rápido; ven a salvarme la vida“, agregó, de acuerdo a la transcripción de las grabaciones hecha por el diario Miami Herald.
Antes de que el oficial terminara la conversación con Moïse, hubo un silencio. Segundos después se escuchó el potente disparo de un rifle de asalto.
El oficial, quien habló bajo condición de anonimato, les pidió a sus hombres que subieran a sus autos para ir lo más pronto posible a la mansión presidencial.
Moïse fue tiroteado por un comando de mercenarios colombianos contratados por una empresa de seguridad de Miami. Un total de 18 ex militares colombianos y dos ciudadanos con nacionalidad haitiana y estadounidense fueron detenidos, mientras que se estima que hay otras cinco personas prófugas. Tres colombianos más han muerto.
El cuerpo de Moïse fue hallado en su dormitorio con heridas de bala en la frente, el pecho, la cadera y el abdomen y con el ojo izquierdo arrancado, típica práctica de vudú haitiano para evitar que el espíritu de la víctima persiga en vida a su victimario.