El comercio de servicios creativos aumenta 70% más rápido que el de bienes creativos y estas transformaciones ocurren de manera creciente a través de internet. (Imagen: Fuente externa).

Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, consultores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en este tema, revelan en su libro “La economía naranja: una oportunidad infinita” que el comercio creativo es menos volátil y una prueba de ello es que ha soportado mejor la crisis financiera global consecuencia de la pandemia.

Por ABA

Su nombre puede llevarnos a pensar que sí, pero no tiene nada relacionado con el cítrico. De lo que sí se trata es de mover a las personas y sus creaciones, invirtiendo en sus capacidades y talento, a la vez que lo nutren para continuar desarrollándolo.

La economía naranja o economía de la creatividad integra el conjunto de actividades que, de manera encadenada, permiten que las ideas y la creatividad se transformen en bienes y servicios, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. Dentro de la economía naranja, se destaca la gestión de las siguientes industrias:

  •  Arquitectura
  • Artes visuales y escénicas
  • Artesanías
  • Cine
  • Diseño
  • Editorial
  • Investigación y desarrollo
  • Juegos y juguetes
  • Moda
  • Música
  • Publicidad
  • Software
  • Televisión
  • Radio

Es decir que dentro de varios sectores productivos de nuestra sociedad es imperante contar no solo con personas capaces y talentosas, sino también, creativas. Pero ¿qué es una persona creativa? Acorde al libro “Dominicana Creativa: Talento en la economía naranja”, iniciativa del Banco Popular Dominicano, es un individuo que “se caracteriza por su habilidad para percibir el mundo de una forma nueva, haciendo conexiones entre fenómenos aparentemente no relacionados, encontrando patrones que parecerían ocultos y generando soluciones que nos permitan avanzar a todos como sociedad”.

Y para encontrar esas soluciones innovadoras, debe pensar y producir, dos procesos importantes que siempre se han dado, pero que hoy en día comienzan a verse como un todo integrado gracias al impacto que tiene en nuestra sociedad como motor de empleo y creación de riquezas en los países que la promueven.

Teniendo esto presente, según las Naciones Unidas, la economía de la creatividad es un motor que representará el 7% del Producto Interno Bruto mundial en menos de una década, empleando a 30 millones de personas.

América Latina y el Caribe tienen un gran potencial en el desarrollo de las industrias creativas a través de la innovación y su herencia cultural, y no es coincidencia que la Economía Naranja se centre en convertir las ideas en aportes económicos, dinamizando el crecimiento, diversificando la cadena de valor y diferenciando el modelo productivo de una nación para su desarrollo.

Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, consultores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en este tema, revelan en su libro “La economía naranja: una oportunidad infinita” que el comercio creativo es menos volátil y una prueba de ello es que ha soportado mejor la crisis financiera global consecuencia de la pandemia.

Los datos de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) apuntaron a un crecimiento del 134% en las exportaciones de bienes y servicios entre 2002 y 2011.

Buitrago y Duque revelan además que el comercio de servicios creativos aumenta 70% más rápido que el de bienes creativos y estas transformaciones ocurren de manera creciente a través de internet, apuntando a la capacidad de innovación de los emprendedores con el comercio digital, conectando empresas tradicionales para aumentar sus posibilidades de nuevos negocios, al realizar colaboraciones en plataformas digitales que ofrecen facilidades de compra. Dicho esto, el acceso a tecnologías y el contacto entre audiencia es clave para alcanzar los procesos económicos que transforman los contenidos simbólicos en bienes y servicios.

En tal sentido, la delantera la tomarán las naciones y empresas con estrategias que tengan como objetivo la creación de empleos y riquezas a través de los renglones anteriormente mencionados, por lo que se necesitan adoptar perspectivas que permitan a las pequeñas y medianas empresas impulsar estrategias que contemplen entre sus pilares los fundamentos de la economía naranja, y precisamente estas son las temáticas que se van a debatir en el próximo Congreso Latinoamericano de Comercio Exterior (CLACE), evento en pos de potencializar las exportaciones y servicios financieros relacionados al comercio exterior en el ámbito digital.